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Se sentía acalorada.

Y apenas había bebido una copa de vino. Todos reían, comían, y hablaban de cualquier tema entretenido.

La noticia de la relación de Jimena y Óscar fue muy bien recibida por Norma y Juan, no tardaron en pedir el vino más rico del restaurante.

Pero se sentía inquieta. Franco se sentó al frente suyo, entre Juan y Óscar, y su mirada nunca se despegó de ella.

Pudo notar que él tiene una cicatriz en el cuello, lo pudo ver cuando Franco miró hacia un lado. Ya se sentía aburrida, pero quería bailar.

Sus hermanas se pararon para bailar. Y lo que faltaba, la dejaron sola con Franco, suspiró cruzando sus piernas debajo de la mesa dándole un sorbo más a su copa de vino.

Miró a su alrededor, todos ríen, comen, se besan, como si la vida fuera de color rosa, tal vez para ellos sí. Miró a sus hermanas, que se abrazaban a los hermanos Reyes.

Las ve tan feliz que hace saltar su corazón de alegría. Le encanta verlas así, con una sonrisa en su rostro, siendo felices.

A veces también le gustaría enamorarse, estar con alguien y agarrarle la mano, pero no se sentía lista. Con lo que le pasó anteriormente con su ex, ¿podría confiar en alguien más? Puede recordar sus manos haciendo presión en su cuerpo, sus besos fríos y horribles sobre su piel. Agitó su cabeza alejando todos esos pensamientos de su cabeza.

— disculpe — una voz se coló a su lado.

Franco frunció su ceño cruzando sus brazos mientras recostaba su espalda contra el espaldar de la silla mirando como un chico se acercó hasta Sarita.

— ¿quisiera bailar conmigo?

Abrió sus ojos con sorpresa al escuchar esa pregunta y se sorprendió aún más cuando Sarita acepto rápidamente, sin girar hacia él. Dejándolo completamente solo en la mesa.

Intentó, realmente intentó no verla con ese chico, pero no podía evitarlo cuando ese hombre se acercaba más de la cuenta a Sara.

Y sintió celos.

Celos al ver como Sara se desenvuelve con un hombre que acababa de conocer, como baila, como mueve sus caderas y la forma en la que se ríe, sin dudas su sonido favorito es la risa de Sara Elizondo.
Franco quería que ella fuera así con él.

Y quiso alejarla de ese hombre, ¿por qué tiene que poner sus manos en su cintura? No tenía derecho de reclamar nada.

no vayas.

Contó hasta diez.

Como le habían enseñado cuando era niño. Pensar antes de actuar, pero por esa mujer no piensa y se vuelve bruto, más de lo que ya es.

Pero al ver a Juan y Norma sentarse a su lado, se contuvo, no iba a armar una escena frente a ellos, sería demasiado vergonzoso.

Puede ver los movimientos de Sara. La forma en la que su cadera se mueve a coordinación de la música, sus brazos en el aire, una sonrisa gigantesca brillando en su rostro y su trasero, que daban ganas de apreciarlo con más tiempo y más de cerca o sus bellas piernas. Gruñó, hace tanto tiempo que no miraba tan atractiva a una mujer.

Y ni siquiera supo en que momento fue que la mirada de Sara conectó con la suya. El tiempo se detuvo. Él la miró como si de una diosa se tratase, corrección, Sara es una diosa.

El ambiente se torno caliente. Sara se ruborizó al notar la mirada de Franco sobre ella, le perdió la atención a su compañero de baile cuando atrapó a Franco mirándola. No pudo explicar lo que sintió con esa mirada, nunca nadie antes la había visto así.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora