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Sara se movía inquieta en su asiento. No pensó que Franco los dejaría plantados de verdad.

Estaban en el restaurante, sólo Jimena, Óscar y Sara, sin Franco, cosa que le molestó a Sara, pensó que iban a compartir un momento grato, pero no, supuestamente llegará, pero más tarde.

— Jimena cantaba y bailaba con la ropa de mamá — contó Sara. — ni mencionar todo el maquillaje que ella malogró.

— ay, Sarita, no digas esas cosas.

Óscar rió besando la mejilla de su novia. No tardaron en ir a la pista de baile, dejándola sola a Sarita.

Que feo es no tener a alguien con quién disfrutar momentos como eso.

Ir a cenar. Ir a ver películas. Ir a pasar al menos un ratito de tiempo juntos.

Su familia iba a creer. Su hermana está embarazada, será tía y ni siquiera se siente capaz de hacer las cosas bien. Ella siempre fue una mujer centrada y recta, claro, a veces ilusa, pero con un carácter fuerte.

— señorita, ¿quisiera bailar?

Sara frunció su ceño al escuchar una voz familiar detrás de ella. Se levantó con rapidez mientras sonreía.

— Leandro — Sara abrazó a su amigo con una sonrisa.

— mi amor — dijo él besando la frente de su amiga.

— ¿qué haces por aquí? — preguntó separándose de él unos centímetros. — ¿estás solo?

— vine con mi hermano, pero ya sabes como es, Benito tiene que concentrarse para comer — se encogió de hombros. — ¿y tú, mi amor? ¿dónde está tu galán?

Sarita rió negando.

— no tengo galán, Leandro. Vine con Jimena y su novio, Óscar Reyes, están allí, bailando.

Leandro asintió mirando a Jimena reír en los brazos del novio. Y dirigió su mirada a una de las tantas mesas vacías, una botella de vino casi entera, llamó su atención.

— ¿estás aburrida?

Sara asintió con pesadez, ni siquiera había señal de que Franco llegaría.

— bien, mi amor, traje mi auto, tú sólo avanza y no mires atrás.

Sara se asustó, pero no pudo decir nada cuando Leandro le dio un empujón para que empiece a caminar.

Leandro se apuró en dejar casi veinticuatro dólares sobre la mesa con una nota compré el vino, gracias, xx.

Salió rápido del restaurante aguantando la risa en casa paso. Entró a su auto que estaba estacionado a unos metros del restaurante y se subió junto a Sara sin mirar atrás.

— no puede ser, ¿qué hiciste? — Sara lo miró con sorpresa.

— compré un vino, ahora nos embriagaremos en tu casa.

Sara rió negando al ver a su amigo darle un par de besos a la botella de vino. Tenía avisarle a su hermana que ya se había ido antes de tiempo.

A ella le hubiera gustado estar con Franco esta noche. No logra entenderlo completamente, ¿por qué se pone raro a veces? ¿o será que se enojó por la broma que le hizo en la oficina? Suspiró mirando las calles.

Ella sólo quería estar con él. Compartir momentos únicos para ambos. Pero no podía cuando él se ponía así. ¿o será que tiene novia? No, él dijo que no tiene.

Leandro conoce el camino a la casa de las hermanas Elizondo, había dormido muchas veces ahí cuando se hacía muy tarde. Se estacionó frente a la casa. Hace mucho que no estaba allí.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora