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Ama el frío. Sentir el viento chocar contra su cuerpo. Ella prefiere muchas veces más el frío que la calor, y ama los días como hoy.

Franco llegaba mañana, y ella estaba preparando algo bonito para recibirlo. Aunque solo hayan sido dos días, sabe que el ojiazul no la paso bien estando sin ella.

Y ella también se sintió así. Estaban tan acostumbrados a estar juntos que era raro no darse el beso de buenas noches. Y Leandro se burló de eso.

— ¿quieres que te de tu beso de buenas noches, mi amor?

Sara torció los ojos bebiendo su taza de café bien caliente.

— no te burles, Leandro.

— quién lo diría, el amargado de Franco Reyes resultó siendo un chico que pueda dar todo estando enamorado, que lo tienes comiendo de la mano.

— Franco es un hombre amable, aunque no lo demuestra muy seguido, es tú mejor amigo, ¿no?

— ¡claro que si! Ni te imaginas las ganas que tengo de ver que me va a traer mañana, ¿será comida? ¿o ropa? ¿o a lo mejor me traerá un reloj?

Sara rió negando. Le encanta saber que su mejor amigo y su novio se llevan bien, muy bien de hecho. Leandro sabe que Sara ha pasado por mucho y la iba a cuidar estos dos días que Franco iba a estar afuera. Él mismo se lo pidió.

— ¿no será mucho?

— ¿tú crees? A ver, lo más probable es que Franco cuando regrese se vaya a su casa a cambiarse y todo eso, pero entonces ya debo tener todo listo. La comida, la habitación y todo.

— ¿mañana lo harán toda la noche? ay no, ustedes son muy escandalosos, voy a decirle a Norma que me haga un espacio en la cuna de JuanDa.

Sara golpeó el hombro de su amigo con las mejillas rojas de la vergüenza. Tampoco eran tan ruidosos, claro que no.

— cállate, que tú tampoco te aguantarías a alguien así.

Le sacó la lengua recogiendo su plato de cereales para guardarlo, y escuchó el grito de indignación de Leandro mientras ella se apresuraba a ir a su habitación. Era noche de películas con Leandro, y ella compró algunos dulces cuando salió del trabajo.

Miró el reloj que tenía en su mesa de noche. Casi son las diez, significa que hará llamada con Franco. Pero no encontró su teléfono. Sacó su cobija y su almohada para ir a la sala, hoy harán maratón de Sherk.

— ¿y se ha portado bien? bien, cariño, no hizo nada inusual aparte de comerse los mocos, ya sabes, es normal en ella.

Sara frunció su ceño mirando a Leandro ya preparado para la noche de películas, tenía su cobija y su almohada. Pero vio el dispositivo en las manos de él, que casualmente es su teléfono. Y vio a Franco a través de la pantalla.

¿Por qué lo tenía él?

— ¡Franco!

Leandro le lanzó un beso al ojiazul antes de darle el teléfono a Sara.

— ahí estabas, preciosa.

— ¡hey! Que verme a mí de seguro fue lo mejor de todo tu día — Leandro se hizo el ofendido mientras prendía la televisión.

Escucharon reír a Franco por el teléfono y Sara se sentó para acomodarse.

— ¿cómo estás, mi amor? — Sara lo miró. Él está acostado, su cabello desordenado y puede ver el cansancio en su rostro.

— cansado, te echo de menos — suspiró el ojiazul. — eres muy hermosa.

Leandro, que empezó a escuchar las cursilerias de la parejita, torció los ojos con diversión. Realmente es la pareja más empalagosa que ha visto y podido presenciar.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora