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Se quitó los guantes de limpieza tirandolos a un lado, se sentía cansada, con pereza, había limpiado los baños, dejó limpio cada baño individual.

Salió agarrando su balde, prácticamente arrastrando sus pies, miró a su hermana de lo lejos que hablaba animadamente con Óscar, a risas y sonrisas.

Se fue hasta la habitación de limpieza, dejando sus materiales que usa diariamente, se quitó la ropa sucia, tenía que lavarla para usarla al día siguiente.

Se sentó en una de las grandes cajas que había en el interior, podría dormirse ahí mismo.

Había evitado cruzarse con Franco desde la última vez que habló con él, fue hace un par de semanas y lo logró exitosamente, cuando estaban en casa, salía en los horarios distintos a los de él. Y cuando estaban en el trabajo, ni se lo cruzaba en los pasillos.

Suspiró abrazándose a su cuerpo, sus manos le duelen un poco, se acomodó sobre la caja, intentando buscar una mejor posición cómoda, tal vez dormir unos minutos sería bueno para su cuerpo.

Las cosas en la casa habían mejorado. Martín hacía sus travesuras más seguidas. Norma y Juan avanzaron en su relación. Incluso Jimena se levantaba temprano por cuenta propia, es un progreso.

Se acomodó sobre la caja y estuvo apunto de cerrar los ojos cuando un golpe repentino la interrumpió. Se sentó sobresaltada.

Pero unas risitas se escucharon, acompañados de besos, no se movió ni hizo ruido, no sabía quién podría ser. Incluso pensó que podría ser Franco con Clara.

Esa idea hizo sacudir su cuerpo, ¿por qué tenía que pensar justo en él ahora mismo?
Se levantó acomodando su chaqueta, dispuesta a enfrentar a quién sea por interrumpir su sueño.

— no, no, Óscar, no puedo...no puedo ausentarme tanto de mi puesto...

Sarita abrió sus ojos con sorpresa; nunca pensó estar en una situación similar. Su hermana Jimena con Óscar se estaban besando.

Tragó en seco, la único que faltaba, si bien sabía que Óscar es un hombre bueno, pero de todas maneras es su hermanita.

Y como toda la vida, su torpeza salió a la luz, sin querer piso mal, haciendo que casi caiga al suelo, pero su balde cayó al suelo y cerró sus ojos por la vergüenza.

Sólo pudo escuchar un grito por parte de Jimena y la luz fue prendida.

oh, rayos.

— dios, ¿qué fue ese soni...Sarita? — Jimena miró a su hermana separándose lo suficiente de Óscar. — ¿qué haces aquí? ¿qué viste?

Sara enderezó su espalda subiendo su mirada hasta ambas persona, con una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

— estaba dormida — dijo. — no vi nada, lo prometo.

Sarita miró como su hermana tapó su rostro con vergüenza, quiso ir a abrazarla, pero al ver como Óscar puso su mano en la cintura de su hermana, la hizo fruncir el ceño. Se cruzó de brazos.

— ¿qué busca con mi hermana, Óscar Reyes?

Óscar abrió sus ojos con sorpresa, incluso con miedo, temor a quedar mal hacia su futura cuñada.

— ehhh...bueno...nosotros...Jimena...— Óscar enderezó su espalda. — su hermana me gusta, Sarita, prometo respetarla, se lo íbamos a decir pronto, que vergüenza que nos haya encontrado así.

Sara apretó sus labios mirando directamente a su hermana. Nunca imaginó que esa dulce niña que le rompía sus cometas estaría besándose en un cuarto de limpieza.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora