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El tiempo pasó volando.

Juan y Norma se habían reconciliado y habían vuelto a la casa de Juan, eso pasó hace casi tres meses.

Sara seguía trabajado en la cafetería, su relación con Franco estaba mejor que nunca, prácticamente Franco vivía en casa de Sara, sólo salía por la mañana a trabajar y regresaba por la noche.

Leandro fue testigo del gran amor que ambas personas se tienen, él ve el progreso de Franco y Sara. Como el muchacho pasó de ser callado y con cara de pocos amigos, ahora hasta lo escuchaba hacer bromas pesadas.

— ¡ay no! ¡cállate, Leandro!

Estaban almorzando. Sara, Franco y Leandro, compartían más momentos juntos, prácticamente todas las hora de almuerzo.

— cállate tú, que no me la paso suspirando por la persona que me gusta, ¡prácticamente babeas cuando la ves por las mañanas, Franco!

— envidioso, Sara es hermosa y si babeo o no, es mi problema, tú también deberías hacerlo, que mi chica es la más hermosa.

Sara se sonrojó tomando su jugo de naranja de golpe, pudo ver la cara de asco de Leandro ante tanto romanticismo.

— como siempre, comiendo delante de los pobres — Leandro se levantó torciendo los ojos. — lo único que sé, es que mis sobrinos saldrán hermosos, como el tío Leandro.

Sara torció los ojos tirándole una hoja de las fresas que habían picado para el desayuno.

— si salen hermosos, serán como la mamá — Franco afirmó levantándose para dejar un sonoroso beso en la frente de la castaña. — espero que tengan esas bonitas pecas, mi amor.

Bien.

Ni siquiera supieron en que momento empezaron a hablar de bebés, niños y ropa unisex que podrían guardar de Juan David.

— silencio, Franco — Sara refunfuñó. — aún faltan muchos años para que suceda eso.

Leandro soltó una carcajada burlándose de la cara del ojiazul, sabía que el amor que siente por Sarita es muy puro y sano.

— échale ganas, Franquito, que JuanDa necesita primos.

Franco le sacó el dedo corazón al mejor amigo de su novia, sabía que aún faltaban muchas cosas por hacer en su vida. Empezando por buscar un pequeño lugar para que Sarita se mude con él en el momento que sea necesario, no importa si faltan semanas, meses o años. Él la esperaría sin importar el tiempo necesario.

Leandro salió como de costumbre. Temprano para ir a trabajar. Dejándolos solos. Sara empezó a recoger la mesa, su turno empieza dentro de una hora y aprovecharía el tiempo para limpiar.

— mi papá viajará a México — Franco se cruzó de brazos mirando a Sarita, la cuál terminaba de secar el último vaso limpio.

— ¿así? ¿y cuándo?

— mañana, la cuestión es que me pidió que vaya con él y yo no quiero ir.

Sara sonrió cuando los grandes brazos de Franco rodearon su delgada cintura, — ¿y eso por qué? hasta donde dice Juan, te encanta viajar, ¿no?

— ¿y estar sin besarte un sólo día? ni loco.

Franco la giró entre sus brazos, atrapando sus labios en un segundo, definitivamente besarla es una de las cosas que más le encanta hacer. Podría hacerlo en la mañana, al despedirse, al encontrarse, al saludarse, cuando hacen el amor.

— que exagerado eres — Sarita dijo dejando un beso sobre las comisuras de los labios de Franco. — ¿por cuánto tiempo sería ese viaje?

— dos días — respondió con pesadez. — el amigo de papá se enfermó y quiere pasar a saludarlo, ya sabes, son como hermanos.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora