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El bar estaba lleno. Las personas bailaban de un lado a otro. Otros se besaban en los rincones oscuros. Todo el lugar olía a alcohol y a cigarros.

— ¡Norma!

Norma Elizondo sonrió girandose para ver a su hermana. Sorprendiéndose al verla así pero se alegro bastante.

— hermanita, que bonita estás.

Sara le lanzó un beso, se hizo a un lado dejando ver a Juan, él cuál tuvo ganas de saltar la barra para dejar un sonoroso beso en la mejilla de Norma.

Sara y Jimena se burlaron en silencio de las miradas que Norma y Juan se daban. Se notaba a metros que ambos se gustaban.

Jimena empezó pidiendo copas de tequila, aunque Sara se haya negado a tomar las primeras rondas, terminó bebiendolas en la décima ronda.

Juan y Norma se fueron a la pista a bailar, claro, el muchacho intentaba no pisarle los pies a Norma.

— esos chicos nos están mirando — Jimena dijo señalando discretamente la esquina derecha del bar.

— te estarán mirando a ti dirás — Sara se encogió de hombros mirando hacía donde su hermana apuntó.

Efectivamente habían dos hombres, mirándolas, y Sara se puso nerviosa, no era buena con los hombres. Si no le derramaba un vaso de tequila encima, era otra cosa aún peor.

Jimena se acomodó discretamente su vestido, preparándose para la llegada de ambos chicos. Codeó a Sara para que enderece su espalda, la cuál resopló con molestia.

— buenas — uno de los chicos habló. Un moreno alto. — yo soy Isaac y él Mario.

Jimena sonrió ampliamente con educación. Sarita ni les quiso tirar mirada, pero tampoco iba a ser mal educada y no saludarlos. Mirando a ambos chicos, Mario le extendió la mano para bailar.

Sarita bufó internamente, miró a Jimena, la cuál le dio un pequeño empujoncito para que vayan a bailar.

— soy Sara — se presentó caminando junto a él.

— un gusto Sara, soy Mario — él ni tonto ni perezoso colocó una de sus manos en la delgada cintura de su acompañante. Sara frunció su ceño.

Volteó su rostro hacía Jimena, la cuál la miraba con el pulgar alzado. Entonces disfrutaría el momento por al menos un ratito, ¿no?

Sara a los pocos segundos empezó a reírse de las cosas que Mario contaba, desde que se cayó en una pileta. Mario es simpático, alto, guapo, carismático, tal vez hasta podrían llegar a hacerse amigos.

Pero sintió una mirada rara sobre ella.

Buscó a Jimena, pero ella bailaba animada con Isaac. Miró a Norma y a Juan que reían desde un lado. Se sintió extraña.

Y su mirada se dirigió hacía la barra. Un hombre de brazos cruzados la miraba fijamente. Lleva traje elegante y un semblante serio.

Tal vez fue mala idea mirarlo cuando él se levantó de su asiento.

Entonces lo reconoció.

Ese hombre de ojos azules se acercó hasta ella y su pareja de baile. Con las manos metidas en los bolsillos y su mandíbula está apretada.

No mires sus músculos. No mires sus músculos.

Franco Reyes se paró a un metro de Sara y Mario, el último quedó confundido mirando al hombre que se paró frente a ellos.

— ¿quién es usted?

Sara apretó la mano de Mario, sin separarse de él. Sara podría ser una chica muy dulce y tierna, pero cuándo la colmaban, no había nadie quién la detenga.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora