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Sus cuerpos chocaban. El ambiente está caliente.

Las manos de Franco sostiene la cintura de Sarita. Los gemidos de la castaña eran cubiertos por la palma de Franco.

Se habían extrañado. No era secreto para nadie.

— F...Franco...

Sara cerró sus ojos sintiendo el placer acumulándose en su vientre bajo. Su cuerpo sube y baja encima de Franco.
Franco sonrió colocando una de sus manos sobre el pecho izquierdo de Sara, sus embestidas fueron más rápidas.

Estaba apunto de llegar a su pico. Franco en un movimiento rápido los giro sobre la cama, dejando a Sara debajo suyo y quitó su palma de la boca de la castaña, reemplazandolo por su propia boca.

Sus manos fueron hasta sus piernas, apretandolas mientras su cuerpo se movió contra el de ella.

— jodidamente hermosa — susurró contra los dulces labios de Sarita.

Sarita rodeó la cintura de Franco con sus piernas en el momento que sintió que el placer chocó contra ella. El pequeño grito que casi sale de su boca fue interrumpido por la boca de Franco. Pudo sentir como tembló debajo de él.

La respiración de Sara es a mil por hora. Franco con cuidado, se retiro de ella, acostándose a su lado y sosteniendola entre sus brazos.

— eso fue...

— increíble, tú eres increíble — terminó Franco acariciando la espalda desnuda de la castaña.

Sara sonrió apegándose más a él.

— mañana mismo le diremos a la familia que estas conmigo, aunque todos sepan ya, quiero hacer las cosas bien, no quiero volver a perderte, Sara.

Sarita achinó los ojos de felicidad, — pero no me pediste que sea tu enamorada.

Franco rió sentándose para mirarla, carraspeo su garganta mirándola.

— Sara Elizondo, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida, eres la luz que tengo en mi vida, la persona con la que puedo ser yo mismo, mi hogar, mi calma, me das paz con tan sólo verte, te amo, y espero ser el último hombre que pueda decírtelo, y que pueda amarte, ¿quieres ser mi enamorada? lamento haberte hecho daño, cuando debí darte felicid-

Franco no pudo terminar cuando los labios de Sara chocaron contra los de él, sólo atino a sujetar la cintura de su chica para sentarla en su regazo.
Se besaron tiernamente, como Sarita sabía hacerlo.

— ¿eso es un sí? — Franco preguntó al separarse.

Sara sonrió asintiendo y lo abrazó.

Está vez las cosas serian distintas.

Se quedaron dormidos abrazos, desnudos, con sus piernas entrelazadas. Franco se sentía feliz, Sara es su rayito de sol, que ilumina sus días malos, no quiere imaginar estar separado de ella otra vez. Fueron días horribles que no quiere volver a repetir.

No quiere volver a malograr lo que tienen. No quiere que hayan malentendidos de nuevo, esta vez sería transparente, quiere hacer las cosas bien por ella.

Porque Sara Elizondo es todo para él.

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Se levantó gracias a los rayos de sol, que se colaban por su ventana. Suspiró con pereza y se giró para abrazar a Sarita, pero frunció su ceño al no verla a su lado.

Se levantó tallando sus ojos para buscarla a su alrededor y no la encontró.

Supuso que estaba en la cocina, así que se ducho rápido y se vistió, se rió al notar una pequeña marca en el lado derecho de su cuello.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora