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— queríamos comunicarles que oficialmente Norma y yo estamos juntos.

Los aplausos no tardaron en escucharse ante escuchar tan grata noticia.

Estaban en casa de las hermanas Elizondo, celebrando el noviazgo de la hermana del medio con Juan Reyes.

— ¡ya era hora! Pensé que iba a morir sin que ustedes se hagan novios.

Sara cruzó sus brazos mirando a su abuelito, su viejito querido Martín Acevedo, daría su vida por ese señor de silla de ruedas.

— ay, abuelito, no digas eso, que tu estarás hasta cuando Jimena tenga sus hijos y más — Sarita sonrió besando la frente de su abuelo.

— don Martín, ¿le gustaría celebrar con nosotros en un restaurante?

Martín ni siquiera espero que Juan concluya de hablar cuando asintió sin pestañear.

Sara miró divertida a su abuelo, el cuál no dejaba de aplaudir. Pocas veces podía salir, claro, pero era ley ir a pasear todos los fines de semana, sin excepción, al parque que está cerca a la casa.

— ándale, Sarita, acompañanos — Norma miró a su hermana. — iremos todos y la pasaremos bien, te lo prometo.

Sarita mordió su mejilla inferior pensándolo. No le gustaba hacerle gastar dinero a Juan y a su hermana, sabe que él y Norma se dividen las cuentas cuando salían a comer y eso la pone mal cuando ella no tiene con nada con que aportarles.

Suspiró mirando el rostro de su hermana y de su ahora cuñado, asintió cuando vio la cara de cachorro remojado a su abuelo.

Se fue a alistar. Ropa sencilla y la más bonita que tenía. Un pantalón de licra, una blusa café con mangas transparentes y un pequeño escote. Soltó su cabello castaño, dejando libres algunos rizos que se escondían.

No le gustaba salir a lugares caros y sostificados para su gusto. Pero Juan le ofrece siempre lo mejor a Norma.

Fueron a un restaurante bastante caro para la comodidad de las hermanas Elizondo, el que más feliz estaba era el abuelo Martín, que saltaba en su silla cada vez que miraba a alguna mujer bonita.

Se sentaron en una mesa lo demasiado apartado para que haya un poco más de privacidad. Sarita frunció su ceño al ver una silla sobrante cuando se sentaron.

— ¿por qué tenemos una silla de más?

Juan miró a Sarita soltando un resoplido.

— porque yo también estoy invitado.

Sarita torció los ojos al escuchar aquella voz ronca, pudo haberle tirado una servilleta en todo su rostro.

Claro, no había pensando que ahora que Norma es pareja de Juan, de alguna manera u otra, las familias se unirían, y en ese paquete llega lamentablemente Franco Reyes.

Franco porta su característica ropa elegante, con ese semblante serio y de pocos amigos. Se sentó justo al lado de Juan, quedando frente a frente con Sarita.

Sara sólo contaba los segundos para irse.

Y así pasaron las horas. De alguna manera u otra, Franco y el abuelo Martín entanblarón una buena conversación. Norma y Juan se encontraban en la pista de baile. Jimena se encontró con un amigo y se fueron a hablar a un lado y ella se encontraba sola y aburrida.

Se hubiera quedado en casa viendo su programa favorito, con su pijama de animaciones y sus medias de colores.

Suspiró mirando a su abuelito, el cuál contaba algo que le pasó cuando era joven y Franco lo escuchaba atentamente. Puede notarlo en su mirada centrada y ni siquiera tiene el rostro serio, ¿por qué con su abuelo es buena persona y con ella no?

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora