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No había dormido tan bien en su vida desde hace mucho tiempo. Puede sentir el pequeño cuerpo a su lado, bajo las sábanas blancas, se ve tan linda con los mechones sobre su rostro acompañado con algunos rayitos de sol que se colaban por la ventana.

Habían hecho el amor toda la noche. Muchas rondas por parte ambos, hasta que la castaña quedó exhausta.

Ahora con su cabeza sobre su torso desnudo y una de sus piernas sobre su cadera, duerme como si fuera una bebé, quiso tener su teléfono para sacarle una fotografía.

Acarició su brazo desnudo, sintiendo la cálida piel de Sarita entre sus dedos, fue una de las mejores noches que tuvo en su vida, pero ya era hora de levantarse, aunque fuera sábado.

Con sumo cuidado, logró levantarse de la cama sin despertarla, quería que se quede un ratito más. Ya perdió la cordura por ella.

Se levantó desnudo, así que fue por unos pantalones holgados para ponerse, miró su reloj, 7:30 am marcaba.

La había pasado tan bien anoche que quería volver a repetir, quería volver a sentirla, a tenerla debajo suyo, escuchándola.

Sonrió al mirar como Sarita se removió en la cama, haciendo que la sábana descubra gran parte de su trasero y un par de chupones decoran su piel por ese lugar.

¿Y si lo hacen rápido antes de salir de esas cuatro paredes?

Franco mordió su labio caminando hasta la cama, poniéndose encima de ella, empezó a salpicar besos entre la parte superior de su cuerpo desnudo.

Hasta que su cabeza hizo clic.

No usaron protección.

Se levantó rápidamente sacudiendo toda la cama, levantando a Sarita, la cuál se estiraba debajo de las sábanas.

¿Cómo pudo ser tan irresponsable? Siempre usaba protección, para cualquier momento, con cualquier mujer, sin ninguna excusa.

Pero ahora se le había olvidado, ¿cómo se le pudo haber pasado algo así? Fue toda la emoción, la concentración de estar con ella que ni siquiera se le cruzó por la cabeza aquel envoltorio de plástico.

Sarita sonrió sentándose, su cuerpo dolía un poco pero fue una grata noche. Lo miró parando, dándole la espalda, y miró algunos arañazos en aquella zona, se sonrojó bajando la mirada, le había hecho daño.

Se levantó envolviendo su cuerpo con una de las tantas sábanas blancas, caminó hasta él, rodeando su grande cuerpo con sus pequeños brazos y dándole un beso en su espalda.

— hola — susurró con suavidad.

Franco se sobresaltó, pero no se movió ni la aparto, se siente bien amanecer con alguien.

— necesitamos ir a la farmacia — Franco dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Sarita frunció su ceño soltandolo para ponerse delante suyo, — ¿por qué? ¿se siente mal?

— no usamos protección.

Sara abrió sus ojos con sorpresa, claro, que tonta, hasta donde había leído y escuchado, la protección en las relaciones sexuales es importante, para la prevención y seguridad de las personas.

Sarita se movió de un lado a otro, apretando la sábana entre sus manos.

— somos irresponsables, no pensé en esa probabilidad anoche y lo siento mucho, señor Reyes, si me hubier-

— pero, ¿qué estás diciendo? — Franco la interrumpió deteniendola mientras ponía sus manos en los hombros de la castaña. — ¿por qué te disculpas? No hiciste nada malo, fue un descuido, pero tomarás la pastilla, ¿de acuerdo?

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora