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Se miró al espejo. No solía usar vestidos holgados, con una abertura en la pierna, fresco y sin mangas.

Es domingo, en la casa Reyes todos los domingos son día de  familia para ellos.

Sus hermanas ya se encontraban en el comedor, incluso el abuelo Martín, se sentía tan rara. Los domingos solía dormir hasta el medio día, y el resto del día la pasaba viendo películas con su abuelo.

Las risas se escuchaban por toda la casa, caminó hasta el comedor, dónde todos comían y reían sobre algunos chistes de Martín.

Buscó con la mirada a aquel ojiazul, pero suspiró al no verlo, tal vez quería besarlo un poquito más.

— mi nietecita, que hermosa estás — Martín dijo al ver a su nieta mayor parada. — Jimena, hazte pa' allá, hazle espacio a tu hermana.

Jimena no titubeó, de alguna manera logro estar más cerca a Óscar Reyes.

Sarita sonrió dándole un beso en la frente de su abuelo antes de sentarse a su lado.

— ¿sabían qué Sarita era la más inteligente de su salón en la primaria? ¡también en la secundaria!

Sarita negó soltando una risa, se siente bien. Miró la felicidad a su alrededor. Norma y Juan junto a Jimena y Óscar hablaban de alguna cosa que Jimena dijo. Su abuelo y el señor Jorge hablaban de los jóvenes de antes y ella se sentía más que feliz.

Su mamá debe estar orgullosa de ellos.

Sara pronto se unió a la conversación de sus hermanas. Reía ante las locuras que Jimena contaba.

— ay, por favor Jimena, no empieces, que tú sólo estás sentada en tu escritorio.

— estoy segura que es una guapa secretaria — Óscar, el mediano de los Reyes dijo. — digo, no creó que sea el único que lo piensa, ¿no?

Norma y Sara se miraron con complicidad, pudieron notar el sonrojo de su hermana menor.

— muchas gracias, Óscar — Jimena sonrió. — deberías pasarte uno de estos días por la oficina.

— claro que sí, iré con Franco, y luego podríamos ir a cenar, ¿te parece la idea?

Sara mordió su mejilla inferior al escuchar el nombre de Franco, no lo había visto toda la mañana.

— y a todo esto, ¿dónde está el señor Franco? Pregunto porque no lo vi está mañana.

Juan resopló agarrando la mano de su novia para entrelazarla con la suya. — salió desde temprano.

Sarita asintió bajando la mirada, ni siquiera sabía que tenía con Franco y temía que perdiera la razón por él, sabe que no es nada serio, ¿quién podría tener algo serio con un hombre cómo Franco Reyes? Ese hombre es raro, no sabes con que cosas puede salir y se nota que él no es hombre de una sola mujer.

— don Franquito, pensé que no iba a llegar.

Todos, a coordinación, se giraron para ver a Quintina, detrás de ella venía Franco.

Pero no estaba solo.

Una mujer rubia, de vestimenta elegante, venía tomada de la mano de Franco.

Sarita frunció su ceño y su corazón se apretó, carajo, ayer la estuvo besando y hoy está de la mano de otra mujer.
Apretó sus labios evitando que alguna lágrima caía por sus mejillas, sería demasiado vergonzoso llorar frente a todos.

Y todo eso lo notó el mayor de los hermanos Reyes.

Juan soltó un bufido con molestia, quería gritarle a su hermano, le advirtió que se aleje de Sarita y pasó lo temía.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora