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— Leandro quiere salir hoy — Jimena dijo sentándose en su escritorio.

Sarita no se sorprendió, escuchó atentamente a su hermana.

— ¿salir? ¿a dónde?

— a bailar, supongo, sabes como es de loquillo — sonrió. — ay, no, no pongas esa cara.

Sara negó rápidamente.

— Jimena, ya salí lo suficientemente, no necesito ir a bailar, en serio.

Jimena se cruzó de brazos.

— tienes 21 años, Leandro me pidió amablemente que salgamos hoy, será rápido, Sarita.

Sarita suspiró terminando de pasar la franela húmeda por el estante por última vez.

Leandro Santos, su gran amigo desde hace tres años, lo quiere mucho, siempre está pendiente a ella y a sus hermanas. Un amigo que todas deberían tener.

— está bien, pero sólo por Leandro.

Jimena dio un pequeño brinquito, haciendo reír a su hermana. Iba a limpiar la oficina de descanso, concluía con eso su día y se iría a casa a apachurrar a su abuelito.

Tuvo un bonito día. Al menos no se cruzó con el estúpido niño rico.

Aunque no iba a negar que quiso verlo al menos de lejitos, sacudió su cabeza ante aquella posibilidad.

No podía permitir que sienta un poco de atracción por un tipo cómo él. Sin sentimientos, arrogante y que se crea la última chupada del mango.

Sí. Franco es guapo, con esos ojos azules preciosos, porta naturalmente el estilo frío que lleva. Está segura que no es la única mujer que se siente atraída por él.

Y eso odia.

Entró a la sala de descanso y toda su buena racha que tuvo todo el día, se desplomó cuando apenas cruzó la puerta.

Ahí estaba él. Sentado con su traje elegante. Sosteniendo en su mano derecha una revista y con la izquierda un vaso de café.

¿Lo podría echar a punta de baldazos de agua fría? Es una gran posibilidad.

— buenas tardes, señor, necesito limpiar está área.

Franco alzó su mirada hacía ella, no se cansaría verla en traje, pero le gustaba verla más en vestidos.

— ¿y alguien se lo impide?

empezamos con el pie izquierdo.

Sara suspiró. Por lo general, no le gusta limpiar con alguien a su lado. A menos que sea Juan, todo normal, pero no sabía si las cosas saldrían bien con Franco.

Pero se nota que él no tiene intenciones de irse. Así que se fue a comenzar por la esquina. Barrió y trapeó el suelo.

Tarareo alguna canción que sonaba en su cabeza. Limpia con ritmo. Aunque al empezar con ese trabajo fue muy complicado, tuvo que aprender, no iba a desaprovechar una oportunidad como esa, incluso le gustaba dejar las cosas limpias, lo practicaba en casa.

— ¿por qué escogió éste trabajo?

Sara dejó de mover el trozo de tela que tenía en las manos para dirigir la mirada hacia Franco, él cual la mira atentamente terminando de beber su café de golpe.

¿por qué le importaría eso?

— ¿disculpe?

Franco se levantó mirándola, se colocó su botón suelto de su chaqueta enderezando su espalda rígida.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora