Las semanas pasaron volando.
Sara había concluido una semana agitada limpiando los nuevos escritorios que habían llegado. Habían remodelado algunas cosas y ella se encargó de ponerlas en su debido lugar.
Norma ya tiene alrededor de 5 meses. Su panza se notaba más, ni siquiera podía explicar la rapidez del tiempo.
¿Lo que más le gustó en todo ese tiempo? Las escondiditas que tiene con Franco. Habían veces donde Sara se escabullía a la habitación de Franco para poder dormir abrazada a sus enormes brazos o simplemente hacer el amor.
Franco se encargó de tenerla en todos los lugares posibles, desde la cocina hasta la sala de juegos, e incluso fuera de casa, contra la pared y su mano en la boca de Sarita.
Hacen una buena dupla. Aunque frente a los demás -menos Norma que ya lo sabe- son la señorita Elizondo y el señor Reyes, cosa que Norma aguantaba su risa cuando se trataban con respeto.
Norma y Franco empezaron a hablar más seguido. Franco solía prepararle las típicas fresas bañadas en chocolate blanco mientras ella le contaba cosas de la infancia de Sara.
Todos en casa notaron un pequeño cambio en Franco. Ya no solía irse tan rápido en cada comida y se quedaba hablar un poco con los demás. Incluso lo vieron sonreír.
Todo se debe a Sara Elizondo.
— estoy muy, muy cansada — Sarita se apresuró en meterse debajo de las sábanas blancas.
— renuncia, ¿de acuerdo? No necesitas trabajar, Sara.
Sara negó tapándose hasta la cara con las sábanas, oliendo el aroma varonil entre ese lugar.
— ya, ¿y qué quieres que haga Franco? ¿estar sin hacer nada? Además, yo necesito dinero para mis gastos y los de mi abuelo.
Franco resopló abotonándose la camisa blanca que usaría hoy. Con pesadez caminó hasta la cama, quitando la sábana del rostro de la castaña.
— yo puedo darte dinero, Sarita, sólo no quiero verte tan cansada, ¿entiendes eso? Podría darle lo que necesita a don Martín también.
Sarita sonrió sentándose en la cama para pasar sus manos por el cuello de Franco, haciendo que se siente sobre el colchón, se apresuró en sentarse sobre sus piernas.
— a ver, Franquito bello, aunque tengas mucho, muchísimo dinero, yo no podría pedirte nada, ¿sí? Agradezco tu gesto, pero soy lo suficientemente fuerte como para trabajar, tengo mis propias manos para traer el dinero que haga falta, ahora no se si desees, pero quisiera sentirte antes de tener una larga jornada de trabajo.
Franco soltó una carcajada colocando sus manos sobre la cadera de Sarita mientras unía sus labios a los de ella en un sensual beso.
Bien. Hace poco hizo un descubrimiento que lo asustó.
Es una de las tantas noches donde Sarita dormía sobre su pecho después de tener algunos orgasmos que la hizo temblar, descubrió algo bonito. Al verla así, tan tranquila, sus pequeñas manos sobre su torso, su cabello sobre sus hombros y una pequeña sonrisa sobre la comisura de sus labios, le trajo paz.
Descubrió que quiere tenerla así solo para él. Besarla al dormir y despertar. Abrazarla mientras contaban cosas sin sentido. Sostenerla en cada pico de placer.
Está enamorado de ella.
Aunque al principio quiso negarlo y meterse la idea de que solo es una aventura, perdió cuando Sarita se aferraba a él en cada noche pasional.
Había sufrido mucho antes por estar enamorado. Y ahora esa idea lo aterra, pero tiene algo claro: Sarita no se iguala a ninguna mujer con la que estuvo antes.
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𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍
Fanfiction𝗦𝗙 | Sara Elizondo desde que lo conoció, lo odiaba, pero aquellos ojos azules la enamoraron. Odiaba amarlo tanto. AU.