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— di tía, Juan David — Sarita jugueteo con los dedos gorditos de su sobrino.

Juan David, ya de casi cinco meses, si, cinco meses ya, reía intentando agarrar los mechones castaños de su tía. Lo habían dejado bajo su cuidado, ya que Norma y Juan habían ido a hacer unas compras.

Los meses pasaron rápidos. En un segundo, su sobrino crecía más y más.

Estaba en su casa, el niño miraba con curiosidad cada rinconcito. Había pasado por mucho todos esos dias, muchas lágrimas y mocos que Leandro aguantó por el amor inmenso que le tiene a su mejor amiga.

— ¿quieres ver fotos de mamá cuando estaba niña? ¿si?

Sarita sacó un álbum de fotografías que tenía guardado en uno de sus cajones, sentó a su sobrino sobre sus piernas y empezó con la primera fotografía.

— ¡mira! la tía Jimena con el abuelo Martín — mostró la foto y Juan David los reconoció de inmediato.

Sonrió mirando la cantidad de fotos que tenían. Jimena y Sara molestando a Norma. O el abuelo Martín con sus nietas. Juan David reía mirando a su mamá y a sus tías.

Hasta que llegaron a la fotografía de Gabriela, la mamá de las niñas y abuela de Juan David.

— mira, JuanDa, la abuela Gabriela — sonrió mirando a su mamá en la fotografía y se la mostró a Juan David.

El niño formó una sonrisa y dejó un beso sobre la fotografía. Ya le habían hablado de la abuela Gabriela y mostrado muchas fotos.

Abrazo a su sobrino, él es un gran apoyo para ella aunque el niño ni siquiera lo sepa. Abrazarlo siempre fue una de sus cosas favoritas, apretar sus tiernas mejillas y llenarlo de besos.

Sus hermanas dicen que será una buena madre, pero ella estaba segura que como tía es excelente, lo de madre no.

Juan David enredó un mechón del cabello de su tía en su dedo pulgar, siempre hacía eso para evitar que su tía lo dejé en algún momento.

— eres tan, tan bonito — Sarita sonrió dejando besos sobre las palmas de su sobrino.

Y Juan David hizo una carita de sorpresa cuando escucharon golpes en la puerta. Sarita frunció su ceño mirando a su sobrino.

— ¿tus papás ya llegaron? ellos tienen llave, ¿o se habrán olvidado? — le hablo al niño.

Juan David aún sin entender, solo llego a rodear el cuello de su tía con sus cortos bracitos y su tía empezó a caminar hasta la puerta, tarareando alguna que otra canción de cuna.

Sara mantuvo al niño en un brazo mientras que abría la puerta con el otro. Soltó una carcajada cuando Juan David movió sus brazos en el aire.

Pero se quedó callada cuando vio a la persona del otro lado de la puerta. Había estado evitandolo todo ese tiempo. Casi ni lo veía y ni se cruzaban.

Y ahí estaba.

Juan David Soltó un pequeño gritito al ver a su tío del otro lado y automáticamente estiró sus brazos hacía él.

Sarita pudo reaccionar recién cuando Juan David ya estaba en brazos de Franco Reyes.

— Sara.

Sara apretó sus labios mirándolo. Podría decir en voz alta que está más guapo que antes.

— hola, ¿qué haces aquí?

Franco sonrió besando la frente de su sobrino y lo acomodó mejor en sus brazos.

A pesar de que ya no estén juntos, y lo poco que se miraban, actuaban con madurez y Sara no lo agarraba de los cabellos.

¿Que si son amigos? Claro que no, nunca podrían ser amigos.

𝐎𝐝𝐢𝐨 𝐀𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞 | 𝐒𝐀𝐅𝐑𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora