Capítulo 17

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Capítulo 17

Les llevó un tiempo procesar la información que acaban de recibir por el walkie-talkie. El sonido que se desprendió posterior al mensaje, dejó durante unos segundos sin poder de reacción a todos sobre el verde, con los primeros rayos de sol comenzando a hacer justicia de un nuevo día que se presuponía caluroso.

— ¿Que diablos ha sido eso?. — Preguntó aún aturdido David.

Nadie fue capaz de darle una respuesta. Ni Aida, que aún permanecía conmocionada por las palabras del mensaje, ni desde el otro lado de las ondas.
Obvió el mensaje, centrándose en lo que pretendía desde un comienzo.
— A ver hijo, ¿Que es lo que ha ocurrido?. — El chico miró a los ojos del policía saliendo del trance.
— ¡Un segundo jefe!. — Solicitó Aida separándose del resto unos pasos.
El niño se quedó en silencio volviendo la mirada al camino que descendió su padre. Observó con esperanza el recorrido que descendía hasta los árboles, al ver salir dos policías. Esperó que su padre fuese uno de aquellos hombres. Pero detrás de ellos, no iba nadie más.
— ¿Vas a ignorar lo que hemos oído todos?. — Preguntó Aida desconcertada.
— ¿Y que hemos oído?. ¿Acaso vas a dejar que eso, fuese lo que fuese, no nos deje seguir con nuestro trabajo?. — David miró fijamente a Aida. — Lo primero es la investigación. Luego ya tendré tiempo de protegerme de esa amenaza.
— ¡Por supuesto que no!. Pero ignorarlo sería un error. ¡Te acaban de amenazar de muerte por radio!. ¡No me jodas!. — Contestó Aida saliéndose del protocolo.

— Sabes tan bien como yo, que es fácil escanear la señal de los talkies y meterse en nuestra frecuencia.

— ¡Ya!. Pero también saben que son dos delitos. Uno...
— ¿Acaso te crees que a esa gente le importan los delitos?. ¡Aida por dios!. ¡Que destriparon a un padre y a su hijo!. — Aida enmudeció.

— ¿Como sabes que no es obra de alguna secta o de ese grupo de lunáticos que intenta escenificar la unión de la naturaleza con murales humanos puestos hasta arriba de alguna droga que les inhibe por completo el raciocinio?. Esto es algo más grande que un simple grupo de chalados. — Aida descargó lo que opinaba sin pausa.
— ¿Hay algo que no sepa inspectora?. — El tono del inspector jefe cambio de comprensivo a duro.
— Hay algo que creo pasamos por alto y deberíamos volver a revisar. — Aida lo dejó en el aire ante la atenta y dura mirada de su superior.
— ¡Vale!. ¡De acuerdo!. Pero primero veamos de que va todo esto. ¿Conforme?. — Aida asintió con un movimiento de cabeza. — Y por ahora, dejemos lo que salió del altavoz como una anécdota. Curiosa y aterradora, pero anécdota al fin. — David sonrió a su compañera invitándola a caminar de regreso junto al niño y la madre.

El niño relató los sucesos de esa madrugada. Hasta que llegó a la parte en que su padre bajó por el camino en dirección al ruido que provenía de entre los árboles.
— ¿Que ruido era ese exactamente?. — Quiso que se lo describiera obligándole a imitarlo.
El niño lo hizo, después de volver a explicar, que primero se oyó un lamento en la zona baja siguiendo el camino. Reprodujo el sonido como el de un bebé sollozando, para continuar con lo que sucedió después.
— Cuando mi padre desapareció por esa zona entre los árboles, al poco se oyó como un grito, pero no un grito normal. Eran como miles de voces a la vez lanzando aquel alarido al cielo. A mí me heló la sangre. Incluso me pareció notar como si ese grito se desplazase por el aire como una onda expansiva alcanzándonos a mi y a mi madre.

— Después de ese grito inusual. ¿Que ocurrió?. — Quiso saber David tomando apuntes en una libreta negra.
— ¡Nada!. No ocurrió nada más. Todo se quedó en silencio. Y mi padre no regresó.

*************

El sonido que la pequeña creyó oír salir de la caja cesó como vino. Alicia observó las puertas del armario intrigada. La curiosidad ganó a la razón posando sus manos sobre los tiradores de las puertas del armario.
— Espera Ali. — Dijo alarmada Nerea. — ¿Que vas a hacer?.
Alicia no dio tiempo a intercambiar unas palabras con su amiga que seguro le llevarían a desistir.

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