Capítulo 31

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Capítulo 31


El cadáver de la pequeña, abierto en canal, mostraba otros traumatismos internos. El golpe que destrozó el craneo de la pequeña, fue posterior a la muerte. De eso no tenía ninguna duda el forense. Pero había órganos que explotaron en su interior como pompas de jabón.

— La niña sufrió golpes brutales por todo su cuerpo. Una similitud con la anterior pequeña. Para acabar siendo aferrada por las dos manos que llegaron a partirle la traquea al realizar una fuerza desmedida en su garganta. Quien lo hizo, descargó su odio sobre el cuerpo de esta pequeña. El desgarro en la vagina posiblemente llegó posterior a la muerte. Fue penetrada con algo robusto destrozándola. — El forense se subió las gafas con el brazo.
— ¿Pero quien Doc?. — Preguntó David. — ¿Dame algo?.

El forense miró por primera vez a los dos inspectores sin tener nada más que tuviese un valor para ellos. Una vez más estaban en un callejón sin salida.

— Nos queda un único paso que de algo de luz a todo esto. — Dijo el forense tras una pausa. — Las pruebas de laboratorio de todos los objetos que recogimos en la escena del crimen. Pero eso llevará un tiempo.
— Me sorprende que el hijo de puta no se le escape cada detalle. ¿Que probabilidad hay en los dos crímenes para no cometer un mínimo error?. — Preguntó Aida confusa.
— No se trata de probabilidades. Es más bien, lo meticuloso que es. — Dijo el forense separando el bello que se deslizaba por el agujero de la cabeza de la niña.

— Aquí falta una cantidad curiosa de masa encefálica. Junto con la piedra puntiaguda, hay varios restos orgánicos, pero el resto, que no es poco.¿Dónde se encuentra?. No se con qué propósito, pero la única particularidad en las dos niñas es la misma.

Aida miró a las dos niñas fantasmales intrigada esperando una respuesta. La mirada de ambas le dejaban claro que no tenían ni idea.

— Según dices, las dos niñas recibieron el golpe fatal en la cabeza ya muertas. — Preguntó llamando la atención de los dos. — No creo que se trate de un trofeo. A pesar que muchos asesinos suelen llevarse algo de la víctima para satisfacer su ego. ¿En este caso, que sentido tiene hacerse con masa encefálica?.

La pregunta quedó en el aire sin recibir respuesta.

— ¿Y si no dimos con lo que falta de las dos niñas en la escena del crimen?.
— ¡Eso es imposible!. — Protestó el forense ofendido. — Hemos sido meticulosos.
— Tal vez no lo suficiente. — Aida sonó implacable. — Al menos no tanto como el que las asesinó.


*************

El coche de Arkaitz llegó a San Nicolas algo más tarde de lo que le hubiese gustado a la pequeña. Alicia protestó la mayoría del recorrido hasta que las primeras casas se presentaron ante ellos.
La pequeña se bajó del Seat Cordoba gris de su padre después de despedirse con un beso suave a la carrera junto a la puerta del portal de Nerea.

— No quiero que vayáis por ahí solas. Hoy no. Me llamáis y vengo a buscaros. ¿De acuerdo?. — Dijo el padre de Alicia bajando la ventanilla del copiloto.
— ¡Que si!. — Protestó la pequeña pulsando el timbre del portero automático, mientras una voz por el interfono preguntaba quien era.

Las dos amigas dejaron veinte minutos después la casa, ascendiendo los escasos trescientos metros hasta el parque de San Nicolas con vistas a la playa, la piscina natural de agua, ahora en marea alta completamente cubierta y Burumendi con su casa abandonada en un equilibrio imposible sobre el acantilado.

Permanecieron en silencio mirando como los primeros bañistas del día comenzaban a llegar situándose en lo alto del rompeolas, otros en la bajada a la piscina y alguno que otro en la arena gorda de la playa.

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