Capítulo 25
Alicia recuperó la consciencia sin saber el lugar que se encontraba. Solo oía voces de fondo pero muy lejanas. Demasiado como para entender que decían. No recordaba más que alguien tarareando la canción de la caja.
Un sabor metálico comenzó a inundar toda su boca probándole una arcada incontrolable. Abrió los ojos, mientras vomitaba en un costado.
Una mano la ayudaba a no ahogarse con su propio vómito, mientras con la otra le retiraban el pelo del rostro.
Poco a poco la luz blanca que se filtraba en sus retinas, fue creando formas alrededor. El vómito ayudó. Pero algo no iba bien. Se encontraba demasiado mareada.— ¿Q-q- qu- que ha ocurrido?. — Consiguió formular la pregunta.
— Tranquila pequeña. Todo está bien. No hay peligro. — Una voz de un hombre la intentaba tranquilizar.Alicia no reconocía aquel timbre de voz. A lo lejos una sirena se dejaba oír.
Alicia se quería incorporar recibiendo una nueva respuesta de su cuerpo volviendo a vomitar una mezcla rojiza de bilis y sangre coagulada.
Cogió aire al concluir la última arcada, fijando la mirada en el hombre que trataba de ayudarla.— ¿Quien eres?. — Preguntó incorporándose.
El hombre sonrió a la pequeña acariciando el flequillo de Alicia.
— Eso no importa ahora. Tus padres están avisados. No tardaran. — Intenta no hacer esfuerzos.
— ¿Nerea?. — Los recuerdos comenzaban a llegar hasta la pequeña. — ¿Nerea?. — Insistió la pequeña intentando localizarla con la mirada.
— Tu amiga va para el hospital en ambulancia. Pero no te preocupes. Está bien. — Aquel hombre seguía tratando de ser comprensible con la pequeña.Las imágenes comenzaban a deslizarse a una velocidad endiablada por la cabeza de la pequeña. Recordó el primer golpe entre las clavículas de su amiga. Luego llegó la patada a su boca. Alicia deslizó la mano derecha por los labios. Un escozor recorrió su sistema nervioso provocándole un dolor agudo. Y la siguiente, la siguiente patada la alejó de este mundo. No tuvo tiempo ni de pensar en si volvería a ver otra vez el paisaje. Sentir el aire o acariciar su piel. No tuvo tiempo de despedirse de sus padres. Tan solo recordaba apagarse como una vela y quedar a merced de aquel matón.
La canción. Aquella canción fue lo último que recordaba. Sonaba débil, pero allí estaba. Recordándole, que podía haber evitado ese sufrimiento. Podía haber evitado un viaje al hospital con tan solo pensar en destruir a aquel canalla.— ¡Alicia!. — Su madre fue la primera en arrodillarse junto a su hija acariciando el rostro de la pequeña.
Descubrió el labio partido y sangre seca en el lateral de cara.
— ¿Pero que te han hecho?. — Su madre comenzó a llorar acariciando a la pequeña.
Arkaitz de pie, hablaba con el hombre que cuidó a la pequeña. Este daba datos de lo ocurrido.
Pero el llanto y las palabras de su madre no la dejaban escuchar con claridad que se decían. Vio a su padre dar la mano al hombre agradeciendo su ayuda.
El ruido de un motor sacó a Alicia del trance. Una nueva ambulancia de la Cruz Roja aparcaba junto al portón enrejado del cementerio. Está vez le tocaba a ella.*************
Nada más cruzar la puerta del laboratorio el científico de guardia que custodiaba las pruebas alzó la mirada por encima de las gafas.
— ¡Ay dios!. — Exclamó al ver a los dos inspectores de homicidios cruzar la doble puerta con el rostro serio.
— ¡Ay dios no!. — Contestó David con paso firme. — ¿Que es eso que no hay nada concluyente en la prueba?. Es imposible. Allí no entra nadie. Quien lo dejase allí, lo tuvo que hacer el mismo día que el doble crimen junto a los cerezos. Es imposible que no hayáis encontrado nada.
— ¡Es que no lo hay!. — La respuesta no dejaba lugar a dudas.
— Lo único que puedo deciros es que tiene la misma consistencia que su gemela. Está hecha a mano, no hay marca de ser fabricada con máquina. Y la manera de confeccionarla no se puede describir con nada parecido. El hilo que se utiliza para tal fin, está entrelazado de una manera tan precisa y consistente que no puedo dar una respuesta a eso tampoco. Es simplemente impresionante. Pero está completamente limpia. No hay nada que no sea el material con la que está hecha.Aida permanecía atenta a las explicaciones detrás del científico. Se habían vuelto a quedar una vez más en un callejón sin salida.
Quien hubiese realizado esos crímenes era demasiado escurridizo. ¿Pero por qué le llevaron allí los dos espíritus de los difuntos?. Sin contar que sus bocas estaban selladas, literalmente, ya no podría sacar nada de ellos. Ya viajaban a donde se supone que vamos una vez de pasar los cinco o siete días de purgatorio.Un nuevo tono de llamada comenzó a sonar en el bolsillo del pantalón de David. A la vez, el teléfono de Aida repitió copiando al de su jefe. Algo ocurría para ponerse en contacto con los dos inspectores a la vez.
— David. — Dijo el inspector sin saludar.
Aida hizo lo propio con su teléfono.
Las voces que transmitían los mensajes llevó a los dos agentes a mirarse. El científico no entendía que ocurría permaneciendo expectante.
Los dos inspectores colgaron a la vez sin dejar de mirarse.— ¿Que ocurre?. — Preguntó el científico.
Consiguió la atención de la joven inspectora alzándose las gafas a una posición mas centrada.
— Te viene más trabajo. ¡Prepárate!. — Dijo Aida comenzando a salir del laboratorio seguido de David.
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La caja
Mystery / ThrillerUn hombre extraño aparece en la vida de la pequeña Alicia. En una mano porta una pequeña caja de música con una manivela y un único botón. ¿Será capaz de sobrevivir a la presión que está por descubrir su cerebro de niña?. Precuela de la próxima obra...