Capítulo 5

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Capítulo 5

El sonido del engranaje al primer giro de la palanca llegó hasta las dos amigas como si alguien agitase una carraca dentro de la habitación. Nerea volvió a girar la palanca una segunda vez.

— ¡Espera!. No lo gires aún y no sueltes la manivela. — Dijo Alicia mientras se levantaba y rebuscaba en el escritorio.

Nerea se la quedó mirando notando como la manivela ejercía presión sobre sus dedos queriendo retroceder a su posición inicial.

Alicia volvió sobre sus pasos, volviendo a colocarse delante de su amiga.
— ¡YA!. — Dijo mientras colocaba un pequeño cuaderno sobre sus piernas.
Nerea dio un nuevo giró oyéndose el clic de fin de recorrido. Alzó la mirada manteniendo la manivela en los dedos esperando la confirmación de su amiga.
El gesto inequívoco de afirmación de Alicia no tardó en llegar.

Nerea bajo la mirada a la caja soltando la manivela.

La música cobró vida mientras la tapa se fue abriendo lentamente. La melodía dibujó en la mente de la pequeña el rostro del anciano la primera vez que escuchó aquella canción. La cinta fue pasando por el centro del motorcito hasta llegar a su fin, mientras Alicia se preparaba para apuntar la serie de números que venían a continuación.

Está vez la voz no era la de una niña. La voz masculina y con timbre duro comenzó la numeración.

12-1 ; 14-25-22-22-1 ; 8-1 ; 4-5-10-1-4-25 ; 23-19-5 ; 12-1 ; 24-19-20-1 ; 20-25-23-19-5 ; 12-1 ; 3-1-10-1 ; 1-3-3-9-25-26 ; 22-5-1-3-3-9-25-26.

La tapa comenzó su descenso suave hasta sonar el nuevo clic cuando hubo llegado al final del recorrido.

— ¿Que son esos números?. Se interesó Nerea dejando la caja a un lado acercándose a su amiga.
— No lo sé. Pero la anterior vez también se oyó la cadena de números. Aunque no fue tan larga, y la voz era de una niña.

Completamente fascinadas miraban la serie que había escrito Alicia. Así, a simple vista, no tenía mucho sentido. Pero aquello tenía que significar algo.
— ¿Se habrá cumplido mi deseo?. — Quiso saber Nerea despreocupándose de la anotación en el cuaderno.
— ¿Que has pedido?.
— Dicen que si desvelas el deseo no se cumple. Así que... no te lo digo.
— Oh, vamos Nere, no seas mala. ¿Que es?. — Se interesó Alicia dejando el cuaderno en el suelo. — ¡Vamos!. — No seas así.
— ¡Que no!. — Te lo confirmo cuando llegue a casa.
— ¿Sabes que si quiero puedo sacártelo?.
— Ah, ¡no!. Ali no, no, no...
Alicia se abalanzó sobre su amiga haciéndole cosquillas en el costado. Sabía que ese era su punto débil. Las dos reían a carcajadas.

El tiempo pasó más rápido de lo habitual para Alicia aquella tarde junto a su amiga. La madre de la pequeña, se ofreció a llevar a Nerea a casa. Se había hecho tarde y tras una llamada a su madre, la cual se alegró que volviesen a ser amigas, accedió a que la llevase después de cenar.

Las tres se montaron en el Toyota Corolla sonrientes y con promesas de dormir juntas esa misma semana en ambas casas.
Las dos amigas, lo hicieron en el asiento de atrás, mientras improvisaban un nuevo juego.
— Poneros el cinturón. — Protestó la madre de Alicia.
Aunque el recorrido hasta la casa de Nerea, no les llevaría mas de dos o tres minutos, su madre siempre era muy precavida con la seguridad dentro del vehículo.

Bajaron la avenida hasta el cruce frente a la iglesia.

En el la zona de las barracas, había un ambiente ejemplar. Niños y niñas correteando en todas direcciones, empujones para acceder al próximo auto de choque y multitud de gente en la bajada a la plaza de Txurruca, observando cada puesto ambulante.
Desde la plaza, la música se elevaba con un sonido atronador mientras luces de diferentes colores salían despedidas en varias direcciones.
Las dos amigas se habían olvidado que esa misma tarde comenzaron las fiestas patronales.
Enfilaron la pequeña subida en dirección a Ondarroa, para no tardar en coger el cruce a la derecha. Solo les quedaba bordear el pueblo hasta llegar a las primeras casas de San Nicolas.
— ¿Mañana nos vemos o esto sigue siendo un sueño?. — Preguntó Alicia
— No es un sueño boba. — Contestó Nerea pellizcándole en el brazo con el consiguiente ¡Ay!. — ¿Ves?. No es un sueño.

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