Capítulo 32

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Capítulo 32


Nada más soltar la palanca de metal, la música volvió a coger fuerza saliendo en todas direcciones desde la madera. Las dos niñas expectantes, observaron una vez más como la tapa se elevaba dejando escapar el sonido por el parque.

— ¿Que tenéis ahí putas?. — La voz de Alex sobresaltó a las dos pequeñas antes de escuchar el clic de final del recorrido.

Alicia con un pequeño bloc sobre sus piernas esperaba la secuencia de números quedándose petrificada esperando un nuevo golpe que no llegó. Alex estaba en el camino por la parte superior del parque a una distancia lo suficiente alejada de ellas.
Las dos niñas miraron con odio al abusador cuando la voz del anciano comenzó a fijar la cadena de números.

12-1 ; 14-25-22-22-1 ; 26-25-21 ; 8-1 ; 8-5-3-8-25 ; 5-26-20-22-5-7-1 ; 4-5 ; 19-26 ; 1-12-13-1 ; 5-21 ; 8-25-22-1 ; 4-5 ; 3-25-2-22-1-22-12-1.
1-3-3-9-25-26 ; 22-5-1-3-3-9-25-26

La cadena de números llegó a su fin deslizándose la tapa hasta cerrarse con un nuevo clic que no llegaron a percibir las pequeñas atentas al abusador.

— ¿No tuvisteis suficiente ayer?. — Lanzó la pregunta con odio Alex. No os preocupéis. La próxima no tendréis la suerte de salvaros. Vais a acabar como vuestras amigas. Muertas y destrozadas. — Las palabras de Alex dejaron descompuestas a las dos amigas.

Alex hizo el amago de descender al parque saltando el muro elevado que le separaba de las dos niñas. Deteniéndose al escuchar el sonido de un padre con su hijo descendiendo por las pequeñas escaleras al fondo del parque.

El niño corrió hasta los columpios junto a las dos amigas.

— ¡Ya os cogeré!. ¡Sois mías!. — Dijo soltando espumarajos de rabia por la boca siguiendo su marcha por el camino superior en dirección al pueblo.

— ¿Os está molestando?. — Preguntó el padre del niño que ya se balanceaba en el columpio.

Las dos niñas aún aturdidas por las palabras de Alex, solo pudieron contestar con la voz temblorosa un simple gracias.

Tenían ganas de correr. De refugiarse en casa. Pero Alex se dirigía en la misma dirección de la vivienda de Nerea. Esperaron pacientes a que aquel señor con su hijo, abandonase el parque para pedirle que las acompañase hasta el portal de Nerea.

No sabían a ciencia cierta si el abusador las estaría esperando agazapado y paciente para cazarlas a lo largo del recorrido.

Alex era astuto y sabía perfectamente donde residían las dos amigas. Así que no era descabellado que abusador estuviese oculto a lo largo del recorrido hasta la casa de Nerea.

Alicia volvió a depositar la caja dentro de la bolsa de tela dejándola junto a su piernas.

— ¿Por qué no ha hecho la caja lo que debería hacer?. — La pregunta de Nerea sacó del trance a Alicia.

— No se cuanto tiempo debe pasar hasta que ocurra algo. — La pequeña no tenía respuesta para su amiga.
— ¿Pero has llegado a desear algo esta vez?. — Volvió a preguntar una vez más Nerea ante el gesto de confirmación de Alicia. — Pues solo queda esperar que haga algo.

*************

David no lo creía. Aquello no era posible. Lo que se presentaba ante sus ojos era una locura. Una cantidad enorme de sangre pintaba el verde debajo del manzano. Junto al tronco, una sustancia grisácea se repartía como un plato de pasta a lo largo del tronco del manzano rodeándolo por completo.

— ¿Que es esto Aida?. — Preguntó David sin saber que pensar. — ¿Como es posible que tu supieses este lugar?. — El inspector pedía una explicación coherente de su compañera dudando si detenerla por homicidio.
Aida miró al inspector comprendiendo lo que pasaba por su cabeza.

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