–Buenos días, hermosa– me sonrojé al abrir la puerta y escuchar su saludo.
–Buenos días...– le sonreí y me besó suavemente.
–¿Vamos a desayunar aquí?– dijo apuntando mi puerta y volví a sentir mis mejillas acaloradas.
–No no...pasa– se rió mientras entraba.
–¿Por qué tan nerviosa? No es nuestra primera cita– sonreí y tomé su mano.
–¿Te has visto en un espejo? Tú me miras y me tiemblan las piernas– se rió negando.
–Cariño, las piernas te van a temblar cuando haga algo más interesante que solo mirarte– sonreí quitando mi vista de ella y se rió.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Te encanta ponerme nerviosa– me abrazó.
–Me encantas tú– la miré y le di un pequeño beso.
–Eres toda una seductora– se rió levemente sonrojada y me soltó del abrazo para tomar mi mano.
–¿Lo soy?– dijo levantando una de sus cejas y solo reí jalándola de la mano para llevarla al comedor.
–¿Cómo te fue ayer en el trabajo?– dije para cambiar un poco el tema de conversación debido a los nervios.
–Muy bien, usé un traje muy lindo y me encanta mi papel– sonreí.
–Te ves muy sexy en traje– dije y rió.
–Gracias– dijo algo tímida –¿Hiciste mi desayuno favorito?– dijo feliz y asentí. La invité a que se sentara y le serví de su té favorito también –¿Y esta taza?– se rió.
–La compré para ti...es que me dijiste que te gustan grandes...las tazas– soltó una carcajada.
–Hay otras cosas que también me gustan grandes– reí al malpensar aquello.
–¿Qué cosas?– pensó un momento y me miró.
–Si quieres te muestro cuando vayas a mi casa– sonreí.
–Tal vez quiero que me muestres...– tomó mi mano.
–¿Quieres?– tomé un respiro.
–Me vas a matar un día de estos, haces que se me acelere mucho el corazón– se rió y llevó la taza a su boca.
–Ya verás cómo haré que se acelere en el futuro...– le dio un sorbo y reí cubriendo mi rostro.
———
Quité la vista de mi proyecto para mirarla y sonreí inevitablemente. Se encontraba leyendo mientras yo terminaba algo para el trabajo, así luego podíamos salir a cenar.
–¿Soy parte de tu proyecto?– reí cuando me miró.
–Eres más interesante que mi proyecto– cerró su libro.
