XXIX. LUZ DE LUNA.

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Después de preguntarle a un centenar de personas, logramos encontrar el famoso hotel Sunny

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Después de preguntarle a un centenar de personas, logramos encontrar el famoso hotel Sunny.

De pie, frente al cartel con luces estupendamente llamativas anunciando su nombre, con pinta de que el mínimo viento se lo llevará consigo, me arrepiento de mi elección y maldigo incontables veces a Taehyung en mis interiores.

—Vamos—me anima Yoongi, caminando hacia la entrada.

Yo asiento, apretado de labios y lo sigo de cerca, con pena.

Al entrar, damos con una pequeña recepción desertíca, iluminada con una luz amarilla y tenue, que apenas deja ver a una pequeña señora detrás de un panel de plástico, con una pequeña compuerta de vidrio polarizada en medio.

—Buenas noches—saludo. Yoongi toma asiento en la pequeña silla, al costado de la puerta. La señora me hace un gesto, con el dedo, que no logro terminar de entender—. Ah, ¿no escucha bien?

—No, quise decir que no atiendo a homos—contesta, con franqueza, una vez abre la compuerta—. Al menos no por el precio anunciado.

Siento mi rostro empalidecer.

Volteo por encima del hombro, notando que Yoongi está distraído con una revista de animales acuáticos y no escuchó lo que la maldita acaba de decir.

Me tomo mi tiempo y pienso detenidamente sobre mi próxima acción, debido a que me conozco. Sé que una parte de mí quiere armar un escándalo y salir disparado con Yoongi a buscar otro hotel. Pero la otra parte, la más cuerda de ellas, piensa en lo duro que ha sido su día y nos imagina caminando por la ciudad, sin saber a dónde vamos realmente, buscando un sitio que nos acepten y su rostro sonrojado por las bajas temperaturas de la noche.

Maldigo a esa parte cuando pregunto el precio por pasar la noche.

—Solo les puedo ofrecer una doble. Y si otro cliente se queja, llamaré a la policía.

—Una doble será—digo, a regañadientes.

La anciana me cobra, con suma lentitud, y antes de darme las llaves, se detiene para agregar algo más de terror a la situación.
—Qué desperdicio de joven guapo eres. ¿Te lo han dicho?

Yo estiro la mano dentro del panel y le arrebato las llaves, rápidamente.
—En realidad, es la primera—sonrío, ladino—. Cómo ve, mantengo satisfecho a mi muchacho.

Ella abre la boca en o y cierra con fuerza, desapareciendo detrás del panel.

—Tenemos habitación, cariño—anuncio, lo suficientemente alto para que la anciana me escuche. A Yoongi se le cae la revista.

 A Yoongi se le cae la revista

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