Me separo de la chica. Ella ríe y se pierde en la multitud.
Bebí de más, pero no quiero que Yoongi me vea así, o que piense que me embriagué por su culpa, aún si es verdad.
Creí que hoy nos divertiríamos tanto.
Supongo que con él las cosas nunca salen como planeo.Le pregunto a un chico en las escaleras dónde está el baño y señala arriba. Se escucha a David Bowie mientras subo los aleros. Una de sus canciones más viejas. Estaba en alguna de las mezclas que Yoongi me ha dado con el paso del tiempo.
Yoongi... Debo buscarlo luego de orinar.
La casa de Taehyung no deja de sorprenderme. Hay pinturas tan enormes que cubren casi por completo el espacio entre las puertas de las habitaciones.
Suelto carcajadas cada vez que veo las pequeñas etiquetas de «no molestar» colgadas en los pomos. Taehyung habló de ellas toda la semana. Su idea fue un éxito al parecer.
Al final del recorrido, encuentro una puerta libre de avisos. No evito que un suspiro salga de mis labios y la abro.
Cierro mis ojos y comienzo a bajar mi cremallera. Siento que he estado aguantando todo el día. ¿Habrá alguna canción sobre aguantarse ir al baño?
Escucho un estreñido y miro el retrete, luego a la chica junto a este.
Puedo reconocerla cuando me mira y sus cabellos se mezclan con el vómito que cae adentro. Veo algunas lágrimas caerle sobre las mejillas.Jamás imaginé ver así a Claire, la conquista de Taehyung. Cuando era la novia de mi hermano creía que pertenecía al club de matematletas o algo así.
—Ah, perdón... Vuelvo luego.
Ella me observa de hito en hito. Su vestido está hecho un desastre, como su maquillaje.
Y si no estoy mal, puedo identificar un una vieja mancha de semen debajo del lavabo.
—Puedes... hacer ahí—lo señala.
Inmediatamente, mis ganas de desahogar mi «tubería» desaparecen, y me percato de que mi cremallera está abierta. Subo el cierre tan rápido cómo puedo.
—Estoy bien, gracias.
Sonrío y me doy la vuelta para apretar el pomo e irme a casa con Yoongi. Sin embargo, algo me impide abrir la puerta: El desliz de dejar a una chica ebria ahogada en lágrimas en el piso de un baño, quiero creer. Aunque en realidad, sólo actúo como pienso que mi hermano lo haría ante una situación como esta. Por que a él siempre le ha gustado sermonearme respecto al trato que hay que darle a una dama.
—¿Todo en orden?—me atrevo a preguntar.
Ella deja a una risa vacía salir, conjunto a un chorro de vómito. Después renueva el llanto e intenta limpiarse los rastros de aquél líquido biscoso, pero no sabe que termina desparramándolo más por su cara.