XI. DULCES.

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Los niños duermen y mi tía aún no llega cuando Jungkook come de la calabaza de Seung

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Los niños duermen y mi tía aún no llega cuando Jungkook come de la calabaza de Seung.

—Esto me hará mierda los dientes—rompe el envoltorio y se mete un dulce a la boca.

Pasarán un especial de terror por Warner en minutos.

Cerca de las diez de la noche, los golpes en la puerta en busca de caramelos disminuyen, lo que nos deja a Jungkook y a mí en el sofá. Como si le temiéramos a la típica escena de dos amantes que se miman en los cojines, a escondidas.

No sé cuantas veces he soñado con este momento. Todavía suena como algo lejano, o imposible. En este instante nada más se acerca al significado de felicidad.

—¿En qué piensas?—escucho sus muelas tronar.

Volteo mi mandíbula hacia él.
—En nada.

Jungkook cruza las piernas. Su papá solía hacerlo todo el tiempo, ahora que caigo en cuenta.
—Parece que comenzara el año próximo—enarco una ceja y él aclara a raíz de mi confusión:—La película.

—Ah, sí.

Se pone de pie y deambula hasta la mesa del tocadiscos. A un costado, el casete de Queen que me dio Hoseok marca presencia con su increíble portada.

—Este es nuevo. ¿Lo trajo la revista Major? A mí no me llegó.

—No, me lo dio un amigo.

Se queda en silencio, observando la portada. Sus cejas se enarcan un poco y la costumbre que tenía de morderse la mejilla vuelve una vez más.

—Ah. Ya veo—le echa un vistazo a la lista de canciones—. De todas formas, el mejor es The Works.

Lo deja en su lugar y revuelve la estantería en busca del álbum. Mi tía adora Queen, pero como Zach los detesta prefiere esconderlos detrás de los demás y evitarse los problemas.

Jungkook pone el casete en el estéreo de la sala y comienza a sonar en lo bajo.
Los niños duermen en la segunda planta y estoy percatándome de lo idiota que debo verme observándolo mover su cintura en las primeras cuatro canciones.

Quisiera tener las agallas de ponerme de pie y acompañarlo, justo ahora. Porque soy mal bailarín aunque nunca haya bailado. Como cuando sabía que era mal besador sin nunca haber besado. (Y ahora no sé realmente qué creer respecto al tema.)

Comienza a sonar la canción favorita de Jungkook, en el mundo.

En vez de simular tocar acordes con una guitarra invisible como de costumbre, camina hacia el sofá y recuesta su cabeza en mi hombro.

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