XXV. SOBRE LENTES DE SOL Y COLILLAS ESPARCIDAS EN TU PERMANENTE AUSENCIA.

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Probablemente, Seokjin fue la razón por la que me mantuve más tiempo del que jamás hubiera querido, o cualquiera que me conociera pensaría que yo habría vivido

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Probablemente, Seokjin fue la razón por la que me mantuve más tiempo del que jamás hubiera querido, o cualquiera que me conociera pensaría que yo habría vivido. Tal como Jungkook es todo lo que no es Yoongi y viceversa, él era todo lo que yo jamás sería y o podría aspirar a ser, no obstante, pensaba que era interesante el cómo nuestras opiniones y puntos de vista nunca concordaban. A veces me pregunto si al par de tórtolos les pasa igual, serían muy afortunados de ser así.

Conocí a Seokjin en mi segundo año de preparatoria, en la clase de álgebra avanzada de último año que tomaba con mis hermanos. Él se unió a ellos como goma de mascar usada a una mesa de restaurante de comida rápida y los llevaba a casa a diario en su auto. Fue la primera amistad que formaron con alguien fuera de mi circulo social y realmente me alegró mucho por su progreso en ese ámbito, sin embargo, algo sobre Seokjin me mantenía despierto por las noches. Pensaba que era la manera extraña en que me miraba por el espejo cuando estacionaba en nuestra entrada, o el poco espacio entre su nariz y su boca, incluso la manera en que hacía enfasis cuando me llamaba «Joonie» por los pasillos. Probablemente era una tontería mía, después de todo, era mi primera vez lidiando con un amigo de Hoseok y Jimin, mi instinto maternal me decía que temiera por lo que pudiera provocar en sus vidas y así lo hice por un largo tiempo. Creí tenerlo entre la espada y la pared, incluso el día de lluvia en el que insistió en llevarme a casa. Era la oportunidad perfecta para respuestas que no me atrevía conseguir através de mis hermanos, quienes habían caído dormidos en los asientos traseros. Recuerdo el sonido de las gotas de lluvia golpeando con fuerza el techo, cuando bebo del vaso de escocés que me dio Ryan, acompañado de una tenúa sonrisa y un deje de preocupación.

—Así que, es tu primer año aquí—me atreví a decirle, sacando un cigarrillo de mi chaqueta.

—Veo lo mucho que estos dos te han hablado de mí—dijo, con desdén—. Sí. Soy de Sidney. Y no enciendas eso, no quiero que estos dos permanezcan dormidos para siempre.

—Lo siento—guardé el paquete de Marlboro—. Y dime, ¿fue por alguna razón en especifico que te mudaste desde tan lejos? Queda del otro lado de Nebraska. ¿A causa del trabajo de tus padres, quizá?

—Algo así. Pero seguro que no fue por que me encanta que mocosos como tú me interroguen.

Sentí la cara hervir de la vergüenza. No lo sabía en ese momento, pero incluso a ese punto en nuestra relación de perfectos desconocidos, Seokjin ya era totalmente consciente de lo que provocaba en mí.
—Para nada quise hacerlo sonar como un interrogatorio, y si así fue, lo siento, de verdad, es solo que... me parece extraño que de todas las personas de tu edad, elijas pasar el rato con alumnos de segundo año.

—Si me preguntas a mí, es muy dulce de tu parte preocuparte tanto por ellos, Joonie.

Joonie. Otra vez con ese apodo.
—Yo no...—intenté negar, pero el dilema del apodo aún vagaba con fuerza por mi mente—. ¿Por qué... por qué me llamas así?

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