Comienzo a creer que la imagen de Jungkook besando a esa chica jamás se borrará de mi memoria.
Ya pasó un día, ¿no debería haberlo olvidado? Por que si pude olvidar a las chicas con las que él ha tenido algo que ver, también puedo fingir que no ví lo que claramente ví. Sin embargo, hay una diferencia que no me deja pasar por alto este incidente. Entre todas sus exnovias y esta desconocida, el separador soy yo. O mejor dicho, lo que sea que hay entre Jungkook y yo.
Normalmente, tiendo a informarme acerca de temas y profundizar en ellos, para contextualizarme aunque sea un poco. Urgo en libros, artículos, películas, revistas, folletos. Pero de esto no hay nada.
La extraña relación con Jungkook aún es un terreno totalmente desconocido para mí, algo que no hay en los libros, ni en artículos: ¡Ni en nada! Ese detalle es algo que me pone los pelos de punta. Y ahora que se besó con esa chica ya no sé que creer.
Tal vez ya no quiere nada que involucre a un hombre. Probablemente se arrepintió, lo que es entendible.
Nos la pasamos bien, eso me debería ser suficiente.
Debería.
—¡Yoongi!—oigo en mi ventana—. ¡Min Yoongi!
Y escucho tres golpes contra el cristal. Entonces me saco los audífonos y dejo mi desgastado walkman en el escritorio.
—¡Min...!
—Ya voy.
Muevo las persianas, despejando la vista que me deja notar las mejillas sonrojadas de Jungkook.
—Rápido, que hace frío—apresura.
—Sabes que siempre la dejo abierta—musito y él pasa las piernas por el marco de la ventana.
Huele a alcohol, del dulce. Como a algún tipo de martini.
—Me golpeé la cabeza, mientras subía—se palpa cerca de la nuca, tomando asiento en la cama.
Tal vez son sus mejillas, o sus labios embriagados de alcohol, o su cabello despeinado y sus ojos grandes perdidos en alguna parte de la habitación, no estoy seguro, pero me hacen olvidar lo fuera de lugar que me sentía hace unos segundos.
—¿Me dejas ver?—pregunto. Él me observa. Vuelve a perderse. Sin embargo, asiente y acomoda su frente contra mi hombro derecho.
A la luz de mi luz de mesa, puedo notar un poco de rojo. Después Jungkook estira el brazo y la habitación se cubre de oscuridad.
—Estuve en una fiesta... otra vez—comienza a decir—. Imaginé que bailábamos en la pista. Pero eso estaría mal, ¿no, Yoongi?
Mi garganta tiembla.
—No podríamos bailar aunque quisiéramos—acaricia el lóbulo de mi oreja—. Seguro que Gong lo tuvo en cuenta...
No tengo idea que tiene que ver su hermano en esto, así que supongo que lo dice por que está ebrio.
—Hay muchas cosas en las que no dejo de pensar estos días, me estoy volviendo algo loco—sujeta mi otro lóbulo—. Suerte que ahora te tengo.
Siempre me has tenido.
A las fueras, empieza a tronar.
—Yoongi...—murmura. Me besa la frente. Después mis mejillas, una por una.
Me aparto antes de que llegue a mis labios.Y sé que esto va en contra de todo lo que alguna vez soñé con Jungkook. Pero hoy... hoy no es un buen día. Por que aunque intente enfocarme en él, esa maldita imagen no deja de aparecer, como un anuncio molesto de la televisión.
Hoy me siento algo lastimado. Adolorido. Casi roto.
Él ni siquiera siente haberse besado con alguien más.
—Llamaré a tu madre para avisarle que estás bien—me pongo de pie.
—No, no la llames...—abraza mi cintura—. No, no, no.
—Debe estar preocupada—le doy la espalda. No obstante, siento que me olfatea. Después, comienza a lamerme la espalda.
Mal día para dormir como acostumbro.
Cuando siento su lengua cerca de mi axila, suelto una carcajada. Me cubro la boca y miro la puerta a oscuras, unos segundos. El corazón se me saldrá por la boca si no lo detengo.
—Jungkook.
Ahora son besos. Después su mano, su maldita y peligrosa mano recorriendo mi cintura y logrando presionar mi espalda contra su pecho, haciendo a mi nuca caer como ánzuelo contra el ancho de su fuerte hombro.
Lo que me provoca es algo parecido a las cosquillas, pero a la vez, es sumamente diferente. Es el maldito fruto prohíbido.
—Yoongi...—su aliento recorre mi cuello. La húmedad de su lengua vuelve a marcar presencia y cada vello de mi cuerpo se pone de punta.
Y ahí está él... besando a esa chica.
Me aparto, rebotando en el colchón.
—¿Yoongi?
Permanezco en silencio.
—¿Es por él, verdad?—su voz suena brusca—. El tipo con el que desapareciste de la fiesta... ¿Es alguno de tus nuevos amigos?
Vuelvo a hacer silencio.
—Tengo razón, ¿no?
En serio debe estar jodiéndome.
Enciendo la luz.
—Le diré a tu madre que estás aquí. Volveré con agua así que no te duermas.Cierro la puerta y suelto un suspiro.
La lluvia cae una vez más en las calles de Winsdey.
Sentado en las escaleras, recuerdo las palabras de mi amigo, Namjoon.
—Bueno, quién no es algo idiota a veces.
La puerta de mi habitación se abre a unos metros. Un véctor de luz ilumina parte de la segunda planta.
—¿Yoongi?
—¿Qué pasó?
—Vomité en tu cama.
Definitivamente es un idiota.