Prólogo

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No soy estúpida.

A pesar de que no era una estudiante que obtenía en todo A's, sacaba buenas notas en la universidad y no sólo me iba bien en los exámenes, sino que de hecho entendía las materias. Terminaba a tiempo, no desperdiciaba el dinero de mis padres, hice algunos buenos amigos, y terminé con un trabajo decente que pagaba las cuentas.

Nunca me consideré una persona temeraria. Era exactamente lo contrario a espontánea. Siempre pensaba mis cosas antes de hacerlas. Raramente abría mi boca sin pensarlo antes. Consideraba el impacto de mis acciones en otras personas antes de hacer nada.

Entonces lo conocí a él.

La alarma en mi cabeza se activó de inmediato.

La ignoré. 

****

—Quédate aquí —Henry comandó. Sus dedos se tensaron alrededor de la empuñadura de su arma—. No salgas de este maldito auto por ninguna razón, ¿me escuchaste?

No podía responder. Aún no podía respirar, mucho menos hablar. Nunca había siquiera visto un arma en la vida real a menos que fuera enfundada en el cinturón de un oficial de policía, mucho menos estar tan cerca de una. No podía apartar mis ojos del reluciente metal negro.

Henry abrió la puerta del lado del conductor y empezó a salir, el arma firmemente apretada en su mano.

—¿Henry? —me las arreglé para decir con voz ronca mientras apartaba mis ojos lejos de su mano y de vuelta a su rostro.

Se detuvo, a mitad de la puerta.

—Lo siento tanto —dijo de nuevo.

—¿Qué estás haciendo con una pistola? —susurré. Sentí como si mi cuerpo estuviera tratando de dejar de funcionar, y me pregunté cómo se sentía entrar en estado de shock. Por un segundo, la llamada de mi madre informándome del infarto de papá llenó mi cabeza. En este momento, la sensación de toda mi sangre dejando mis venas era similar a como me sentí cuando ella me dijo que él se había ido.

Me enfoqué en Henry de nuevo y no pude entender lo que estaba viendo.

Todo lo que mi subconsciente me estuvo advirtiendo con respecto a Henry Cavill empezó a llenar mi cabeza.  Todo este tiempo me había estado diciendo a mí misma que no lo juzgara. Todo este tiempo he estado convenciéndome a mí misma de que todo estaba bien, que él estaba bien. Desde el momento en que lo conocí, he estado tratando de convencerme a mí misma que el único peligro estaba en mi cabeza.

Pero no lo estaba.

El Henry frente a mí no era el hombre que había conocido la semana pasada. Su rostro era apenas reconocible. Sus ojos estaban oscuros y llenos de odio. Su mandíbula estaba cerrada, y sus dientes apretados. Él había vuelto puños sus manos, una de las cuales sostenía un arma mortal. Este hombre no era el que cocinó el desayuno para mí. Este era un hombre consumido con furia cruda.

Voces haciendo eco de la novia de Lance fluyeron a través de mi cabeza:

"Nunca lo he visto molesto, personalmente, pero he escuchado que no es bonito".

No, no era bonito. No era bonito en absoluto.

Y con eso, mi vida cambió para siempre. 


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