20

172 7 0
                                    

Henry se durmió casi inmediatamente. Me pregunté cuánto tiempo había pasado desde la última vez que de verdad durmió. Tenía la impresión de que había estado justo donde lo encontré por algún tiempo y podría haberse dormido, apoyado contra la pared, por todo lo que sabía.

Aún no era de noche, a pesar del viaje en avión y la discusión emocionalmente exhaustiva, no estaba lo suficientemente cansada como para dormir. En su lugar, me acosté sobre las almohadas y miré a Henry. Incluso durmiendo, lucía dolido.

Como siempre hacía, cuestioné mis pensamientos y sentimientos mientras lo sostenía. Me debatía entre la empatía que sentí después de saber la forma horrible y violenta en la que Henry había perdido a su familia y las reservas que tenía sobre las preguntas que permanecían sin respuesta.

Se movió inquieto y me moví un poco más cerca para envolver mis brazos alrededor de su cintura. Se acomodó con un suspiro, su mano se deslizó alrededor de mi espalda y cayó sobre mi hombro. Puse mi cabeza en su pecho y lo escuché respirar.

La necesidad de tomar una decisión, de saber qué iba a hacer cuando todo esto terminara, me presionaba. Henry había sufrido una pérdida terrible y necesitaría apoyo, pero no sabía si iba a ser capaz de dárselo.

Tanto como disfrutaba el tiempo con Henry, tanto como había aprendido de él, sabía que mi corazón no podía apoyar a alguien que vivía su vida fuera de la ley. Buscar emociones extremas en ciertos parámetros era una cosa, pero no tenía en mí estar en una relación con un criminal.

Aún no sabes todo.

Temía que cuando supiera la verdad, tendría que dejarlo.

Aún así aquí estaba, de vuelta en su cama, de vuelta en sus brazos. No podía quitar mis ojos de la forma en la que su piel lucía sobre las sábanas blancas, y no podía dejar de pensar sobre la sensación de su cuerpo duro y musculoso contra mi carne. Con su brazo a mi alrededor, la sensación de seguridad era innegable, y me di cuenta de cuánto lo había extrañado.

Así que pasé mi noche sosteniendo a Henry, mirándolo dormir, trazando la línea de su bíceps con mi dedo. Examiné los tatuajes corriendo arriba y abajo por su brazo derecho, tratando de entender el significado de cada uno.

Recordé la sensación de sus manos en mi cuerpo y las palabras que dice, tanto las sucias como las dulces, cuando estamos teniendo sexo.

El ventilador de techo giraba con lentitud sobre mi cabeza, proyectando sombras en las paredes. Las pequeñas hendiduras en las persianas de la ventana dejando entrar franjas de luz, iluminando la madera oscura de los muebles del dormitorio de Henry. Todo era tan familiar, tan normal.

Henry se movió, sus ojos se abrieron por un momento. Parpadeó hacia mí lentamente antes de mover su mano para tocar mi rostro.

—¿Eres un sueño?

—No —dije con una sonrisa—. Estoy aquí.

—Tomó a Cayn y se fue en medio de la noche —dijo—. Desperté y se habían ido.

Podía verlo en mi cabeza: Henry despertando en una cama vacía, revisando el cuarto de su hijo y buscando alrededor de la casa solo para no encontrar a nadie.

—No voy a ir a ningún lado —prometí—. Estaré justo aquí cuando despiertes.

Asintió apretando sus brazos a mi alrededor y cerraba sus ojos otra vez.

Eventualmente, se durmió.

 *

Cuando desperté, Henry aún estaba dormido. Una lluvia suave repiqueteaba en la ventana y esperaba que el sonido de esta lo ayudara a conseguir todo el descanso que obviamente necesitaba.  

AlarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora