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Me acerqué y tomé su mano antes de guiarlo de regreso al sillón así podríamos sentarnos más cómodos, y puse mi mano sobre la suya.

—Sí te veo, Henry —dije—. Solo que dejé que mis miedos tomaran lo mejor de mí y lamento eso. Realmente lo hago.

Giró su mano y entrelazó nuestros dedos.

—Lamento no haberme explicado antes. Podría decir que es porque tenía mis reservas, pero en realidad es porque no quería tener que pasar por todo ello otra vez. No quería explicar lo que estaba sucediendo y eso te alejó.

—Estoy aquí ahora —le recordé.

—Sí —dijo con una sonrisa—. Lo estás.

Llevó mi mano hasta sus labios y besó mis nudillos.

—¿A dónde vamos desde aquí? —preguntó.

Apreté su mano y él me miró expectante.

—No sé qué sucede después —admití—. Vine porque Redeye me lo pidió y porque estaba preocupada por ti. Me reporté enferma al trabajo, pero no puedo mantener eso por mucho tiempo. Necesito volver a casa.

Henry asintió.

—Supongo que mi cocina no te ha convencido de quedarte aquí para siempre —se burló.

Me reí.

—Aún no sé sobre eso —digo—. Sigo intentando asimilar todo esto.

Henry flexionó sus dedos y frunció el ceño. Respiró profundamente y lamió sus labios antes de hablar.

—¿Tengo otra oportunidad contigo? —preguntó—. Sé que jodí el principio de esto por no decirte todo antes, pero tengo que saber si aún hay esperanza.

Al principio no estaba segura de cómo responder. Los últimos días que habíamos estado juntos, antes del fiasco en el restaurante, ciertamente había sentido que éramos una pareja, pero no le habíamos puesto un nombre a eso.

La forma en la que todo sucedió era tan ajena a mí, ni siquiera lo había considerado.

¿Así que dónde nos dejaba eso ahora? Ponerle un nombre lo haría todo más real, y no estaba segura de estar lista para eso. 

Aún había tanto de nosotros que no sabíamos e incluso con algunos de los malentendidos aclarados, tenemos mucho que considerar.

Aún estaba indecisa, asustada. No había hablado con Mare o con mi mamá sobre él. Ninguno de mis amigos lo conocía.

Tenía mis dudas, pero estaban más enfocadas en mis miedos e inseguridades a lo desconocido que en Henry. Antes de escuchar sobre Cayn y las personas que destruyeron la vida de Henry, había estado enfocada en mis preocupaciones sobre Henry y su supuesto estilo de vida. Mis percepciones eran diferentes ahora. ¿Si hubiera sabido todo desde el principio, habría dudado de él en primer lugar?

No, no lo habría hecho.

Ahora todo estaba claro para mí. La distancia iba a ser un desafío, ¿pero no había desafíos en todas las relaciones? Quizás hubieran otras cosas que no supiera sobre Henry Cavill, pero aprender del otro era parte de la emoción.

Tenía algo de equipaje, ciertamente, ¿pero no todos lo teníamos? Era un riesgo, pero si había aprendido algo de mi tiempo en Miami, era que los riesgos podrían valerlo.

—Sí —dije—, hay esperanza. 

—¿En serio?

—En serio.

—¿No lo estás diciendo solamente porque crees que podrías destrozarme?

—No lo estoy diciendo solo por eso —confirmé—. Sin embargo, quizás quiero que estés de acuerdo con algunas condiciones.

—¿Condiciones? —respiró profundamente—. Siendo honesto, creo que estaría de acuerdo con casi todo justo ahora, así que dame tu mejor golpe.

Observé su rostro con cuidado, pero parecía sincero.

—Quiero que pienses en ver a alguien —dije.

Henry lucía confundido.

—Creí... quiero decir, creí que estábamos hablando de mí viéndote a ti.

—No eso —niego—. Henry, necesitas tratar con la pérdida de tu hijo. Necesitas ver a alguien profesional y trabajarlo. Estaré aquí para ti, pero no seré suficiente. 

Dejó caer su mirada.

—Estamos hablando de un psiquiatra, ¿verdad?

—Un psicólogo, sí.

Me miró a los ojos y no parecía complacido con la idea. Anticipando objeciones, decidí atacar primero.

—Si tu pierna estuviera rota, ¿harías que un doctor la arreglara? —pregunté.

Alzó una ceja hacia mí.

—¿Estás diciendo que mi cabeza está rota?

—No, no exactamente.

Se rió.

—Sí, lo está —dijo—. Por lo menos hay algunos rincones oscuros en los que no me gustaría pensar por mi cuenta.

—¿Entonces qué dices?

Rascó su cabeza.

—Está bien... sí. Si eso es lo que te traerá de regreso aquí, entonces sí, lo haré.

Extendí la mano y pasé la parte de atrás de mis dedos por su mandíbula.

—Gracias —dije—. Si puedes hacer eso, ciertamente puedo considerar intentar esta cosa de larga distancia. No estoy segura de cuán bien va a funcionar, pero estoy dispuesta a darle una oportunidad.

—Parece justo —respondió. Giró su cuerpo en el sillón para enfrentarme y tomó mis dos manos en las suyas—. Gracias, Chloe.

—¿Por qué?

—Por venir aquí —dijo—. Por darme otra oportunidad.

—Gracias por no usar mis suposiciones contra mí —respondí.

—Supongo que eran comprensibles —dijo—. Solo desearía que me hubieras preguntado.

—No soy muy buena en ser directa —admití.

—Entonces esa es mi condición —afirmó.

—¿Cuál?

—Si tienes dudas, dime —dijo—, basta de inventar historias en tu cabeza. Si te estás preguntando algo sobre mí, pregunta y te diré.

—Trato.

Tentativamente me empujó más cerca de él. Cuando no me resistí, pasó su mano hacia arriba por mi brazo, ahuecó mi rostro y puso sus labios sobre los míos. Fue lento al principio, pero cuando envolví mi mano alrededor de la parte de atrás de su cabeza, abrió su boca y me besó con profundidad.

Mi cuerpo se electrificó, recordándome las sensaciones que había traído en el pasado.

—¿Me dejarás intentar convencerte? —preguntó.

—¿Convencerme?

—Te quiero, Chloe —dijo Henry. Acarició mi mejilla con su pulgar y me miró a los ojos mientras hablaba—. Quiero saber que tendré más días de despertarme contigo en mi cama. Quiero hacer otra vez tu desayuno. Cuando camine por la playa, te quiero a mi lado, buscando conchas marinas. Te quiero en mi vida, Chloe. Quiero convencerte de que tú también lo quieres. 


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