5

269 16 0
                                    

—Estoy realmente contento de que decidieras venir —dice Henry mientras me entrega un billete—. ¿Quieres embarcar tu maleta?

—No, está bien —contesté—. Debe caber en la cabina. No tuve mucho tiempo para empacar.

—Te decidiste en el último minuto, ¿verdad?

—Sí, más o menos —admito. Estoy segura de que mi cara se enrojece mientras lo miro. Está vestido con una camiseta gris y pantalones cortos de camuflaje que llegaban hasta sus rodillas. La misma gorra roja está sobre su cabeza, al revés, por supuesto.

—Si te olvidaste de algo, podemos conseguirlo allá —dice. Toma mi mano, sonríe hacia abajo con esa increíble sonrisa y tira de mí hacia las escaleras.

 La gente seguía mirándonos y luego rápidamente apartaba su mirada cuando me encontraba con sus ojos. La primera vez que sucedió, sólo podía preguntarme si sabían que estoy haciendo algo completamente imprudente e incuestionable. Repentinamente soy consciente de mí misma, miro hacia abajo para ver cómo voy vestida. No había nada inusual con respecto a mi atuendo y hasta mis zapatos combinan, así que no creo que me estuvieran observando a mí.

A medida que continúa ocurriendo, me doy cuenta que en realidad están mirando a Henry. Comienzo a prestar más atención a los transeúntes. La mayoría de la gente le da un sutil vistazo de lado.

Había estado medio cerca a tener un ataque de pánico desde que envié el mensaje de texto, y estar en el aeropuerto con él mientras la gente miraba no lo está mejorando. Estoy emocionada de ir, pero mi concentración se encuentra en la sensación de sus dedos entrelazados con los míos. No puedo concentrarme en el futuro viaje.

—Te va a encantar —dice Henry—. Vivo justo en la playa. No es demasiado elegante para nada, pero la vista es increíble.

—¿Tienes compañeros en casa? —pregunto.

—No. Vivo solo. 

Mi corazón empezó a latir con mucha fuerza de nuevo. Tengo que haber perdido la razón para estar haciendo esto. Sí, es emocionante, pero también aterrador. 

Iba a pasar una semana sola con este hombre. ¿Qué pasa si su casa en la playa tiene solo una cama, como el apartamento en el que se quedó aquí? Ni siquiera he considerado cómo nos las arreglaremos para dormir, y ahora estaba demasiado avergonzada para preguntar.

Ni siquiera estoy segura de cómo Henry se está tomando esta pequeña aventura. Él dice que le gustaría que fuera una cita, pero no hemos hablado para asegurarnos qué camino tomar en eso. Este es un territorio completamente inexplorado para mí, y no tenía ni idea de qué esperar de él. Lo dejaba pagar el billete de avión e iba a quedarme en su casa. ¿Qué querría él a cambio?

—Entonces qué, ¿esto es una cita? —pregunto—. Digo, ¿una cita larga?

—¿Quieres que lo sea? —Sus dedos se aprietan alrededor de los míos.

—Yo... yo no estoy segura.

—¿Qué tal si sólo nos dejamos llevar, entonces?

—Está bien —digo y tengo que moverme con rapidez para mantenerme a su lado con sus largas zancadas, a la vez que nos dirigimos hacia la puerta de embarque.

—¿Estás nerviosa? —pregunta mientras agarraba mis dedos.

—No —miento.

—Estás temblando.

—Uhm, bueno... Quizás un poco —admito—. Nunca he hecho nada como esto antes.

—La espontaneidad te sienta bien —dice extendiendo su mano para colocarla sobre mi hombro y acariciar mi mejilla con su dedo—. Pone color en tus mejillas.

AlarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora