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Mi cabeza cae como si hubiera una tropa de elefantes bailando y practicando su siguiente rutina de circo justo detrás de mis ojos. Quiero quejarme, pero estoy segura de que el sonido perforará mis tímpanos, así que, me contengo. Me duele en todos lados y estoy en una posición horriblemente incómoda. Mi almohada se siente como una roca contra mi cuello. Y aunque aprieto mi brazo alrededor de ella, no cede.

Mi almohada también parece tener un distintivo olor almizclado, el cual nunca he notado antes. En mi estado aturdido, no le estaba buscando mucho sentido a ello. Las palpitaciones en mi cabeza me urgen para que me vuelva a dormir, y no quiero discutir. Me recuesto y froto mi mejilla contra la almohada tibia, pero hay algo todavía que no parece correcto.

El aroma, la sensación de la almohada en mi rostro... simplemente no está bien. Mi cuerpo duele junto con mi cabeza, lo que hace que mis pensamientos lúcidos sean efímeros. Aprieto mis brazos alrededor de la almohada, pero no está tan blanda como normalmente lo es.

Abro un poco mis ojos y descubro que nunca fue mi almohada.

¿Qué demonios?

Trago fuertemente contra el nudo en mi garganta a la vez que trato recobrar suficiente conciencia para estudiar lo que me rodea.

Estoy en una cama cubierta con unas sábanas sobre mi cuerpo. La cama no es la mía. Ni siquiera es una cama propiamente dicha, es solo un colchón que se extrae de un sofá descolorido. No llevo puesto más que mi sujetador y bragas.

Mis brazos y una pierna están envueltos alrededor de una Pared de Ladrillos sin camisa.

Oh Dios mío, no...

¿Qué he hecho?

Con un pequeño chillido, me aparto de Pared de Ladrillos e intento salir del colchón. Estoy enredada en la sábana, la cual está escondida bajo el lado más lejano del torso de Pared de Ladrillos, y por un momento, mis piernas están envueltas bajo él, enviando una ola de pánico a través de mí.

—¡Mierda!

Agito mis brazos y piernas hasta que puedo desengancharme de la tela, cayendo sobre mi trasero al lado de la improvisada cama.

Sacudo mi cabeza palpitante para aclararla, me arrastro de espalda unos pocos centímetros en el suelo a la vez que Pared de Ladrillos abre sus ojos, apoyándose en un codo mientras mira abajo hacia mí. La sábana cubre su parte inferior, así que no podría decir lo que lleva puesto, si es que lleva algo.

Se sostiene hacia arriba con una mano lo que hace que sus músculos en su brazo sobresalgan. Sus bíceps son grandes.

Me gustan los chicos buenos, prolijos que trabajaban en oficina y conducían Toyotas. Sin embargo, aún seguía pensando que él era medio hermoso.

Sacudo mi cabeza para aclararla nuevamente. Tenía mi pierna envuelta a su alrededor, estaba dormida en su cama, y no recordaba una maldita cosa después de dejar el bar.

Siento mi cara ruborizarse. Esto está definitivamente en la cima de la lista de situaciones que mi madre me dijo que evitara siempre. No sabía dónde estaba, cómo llegué aquí o siquiera el nombre del tipo con el cual estaba durmiendo.

¡Oh, Dios, ¡dormí con él!

Pared de Ladrillos sonríe con suficiencia a medida que retrocedo de manos y pies hasta que golpeo con algo en el suelo, mi propia chaqueta. La agarro y la envuelvo alrededor de mi pecho mientras trato de tomar aliento.

—¿Estás bien? —preguntó.

—¡No! —Sacudo mi cabeza vehemente—. ¡No, no estoy bien! ¡Esto no está bien! Mierda, ¡yo no hago esto! ¡Nunca hago esto!

AlarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora