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Sentí como si hubiera acabado de cerrar los ojos cuando la mano de Henry comenzó a sacudir mi hombro.

—Despierta —dijo él. Presionó sus labios en mi cuello y me abrazó contra su cuerpo.

—¿Mhh? —murmuré atontada.

—Es nuestra última mañana —dijo Henry. Él aflojó su agarre y tomó mi mano para sentarme—. Aún no has visto la salida del sol sobre el océano.

Me sacó de la cama, tomó mi mano y me dirigió a través de la casa, cruzando las piedras del patio hacia la fría arena. Todavía estaba un poco oscuro, solo con el más pequeño signo de brillo en el horizonte. Vestía solamente mi conjunto de pijama corto y mis brazos se tornaron en piel de gallina. Me estremecí y froté mi piel para que se calentara un poco.

—Amo este momento del día —Henry susurró mientras se paraba detrás de mí y me envolvía en sus brazos. Me recosté contra él, luchando con el frío en el viento—. Es tan pacífico. Es como si nada existiera en el mundo más que este momento y este lugar. Amaría poder detener el tiempo justo ahora.

Giré mi cabeza para ver su rostro y él levantó su mano, poniéndola contra mi mejilla. Por un rato, solo nos miramos el uno al otro en la penumbra, pero después él me volteó y me besó muy suavemente. Envolví mis manos alrededor de su cabeza, presioné mi pecho contra el suyo y me puse de puntillas para alcanzarlo mejor.

—Una aventura más para ti —sus ojos brillaron mientras él se agachaba para cargarme en sus brazos. Grité un poco y me agarré de su cuello aunque no pensaba que él podría soltarme. Caminamos unos cuantos metros fuera hacia el borde de la arena antes de que se dejara caer en sus rodillas y recostara mi espalda en la arena.

—¿Qué estás maquinando ahora? —pregunté con una risa.

—¿Yo? ¿Maquinando? —dijo con fingida inocencia—. Nunca.

—Eres un mentiroso terrible.

Él se sentó a horcajadas sobre mí, puso sus manos en la arena a cada lado de mi cabeza, se inclinó y presionó sus labios contra los míos. Yo abrí la boca para aceptar su lengua, después él bajó su mano a mi costado antes de jalar el borde de la parte de arriba de mi pijama, exponiendo mi estómago y alcanzando mis pechos.

—¿Es en serio? —pregunté mientras me alejaba y quitaba su mano.

—Siempre hablo en serio cuando se trata de desnudarte y ponerte sobre tu espalda.

—¿Aquí afuera? Me refiero... en la parte trasera del jeep fue una cosa, pero... —mis palabras salieron mientras miraba alrededor de la playa. No pude ver a nadie afuera, pero sabía que habían personas que salían regularmente a pescar o ejercitarse temprano por la mañana.

—Desde aquí, aún puedes ver la salida del sol y puedes no ser vista por la gente en la playa —Henry dijo—. Aparte, no hay nadie aquí afuera. Todos ellos aún tienen resaca.

Él tomó mis caderas mientras se inclinaba para sostener mis manos sobre mi cabeza.

—¡Henry! —protesté.

—¿Quieres que me detenga? —me preguntó con tranquilidad.

En este momento mi corazón ya latía el doble y mi piel estaba hormigueando por la anticipación. Me recosté debajo de él, indefensa en la arena mientras él me sostenía y supe que no me importaba si alguien nos veía; yo quería esto. 

Sexo en la arena con Henry Cavill a la vez que nuestro último día juntos comenzaba con la salida del sol sobre el Atlántico.

Sí, por favor.

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