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—¿Que te pasa?—Le preguntó André al verlo tán agotado.

—No sabría explicarte.—Le contestó Tyler.

¿Como podía descargar lo que estaba sintiendo ahora?

Era una mezcla de enojo, y amor, incluso tristeza.

¿Cómo?

¿Por qué Joshua?

Como fue posible que Joshua fuera el Diablo. Claro... tenía que serlo.

Significaba muchas cosas... Joshua era superior a él, y ahora para Tyler ser el Diablo tenía que matarlo. Cosa que no pensaba hacer.

Jamás.

—Ty sabes que puedes hablarme con confianza.—Le respondió con una cerveza helada en la mano.

Estaban en el sofá de la sala de la casa de André, y bueno... solo estaban esperando a que las personas llegaran. Mientras tanto solo eran ellos dos.

Tyler sentía que si no hablaba se ahogaría solo en sus pensamientos. Quizás se volvería loco. Así que resumió la situación confiando a ciegas en su amigo.

—Me enamoré... André, y las cosas se han complicado con esta persona...

—¿Que afortunada chica es?—Murmuró dándole un gran sorbo a la botella.

—En realidad no es una chic...—El sonido del timbre los interrumpió.

—Joder, espérame acá.—Sonrió poniéndose de pie.

Tyler bufó y tomó un cigarro de la caja de André. Lo encendió y se quedó en el sofá, viendo cómo entró un grupo como de nueve personas.

La casa poco a poco se llenó, y Tyler no movió ni un músculo de ese sofá. Se quedó en la misma posición por horas quizás, hasta que apareció Daniel.

Al inicio Tyler no iba a hacer nada al respecto. André le indicó dónde podía dejar sus cosas, y que podía tocar cuando quisiera. A lo que Daniel dijo que solo tomaría algo e iniciarían

Daniel con una lata de Coca-Cola en la mano y se sentó junto a Tyler.

—¿Como vas?—Le preguntó Daniel.

—Meh.

—"Meh" Vaya... ¿donde está Joshua?

—Dímelo tú no tengo la menor idea.

—Tyler escucha...

—Daniel, si me vas a decir algo de Josh mejor guárdatelo.

—Tal vez tú no lo viste como yo, pero Tyler desde que ustedes cruzaron esa puerta junto a se notaba, y se nota. Se sabe que se gustan, incluso se aman de hace mucho tiempo.

—Daniel... es que, Joshua y yo la cagamos.

—¿La cagaron?

—Sí.

—¿Que puedes hacer para arreglarlo?

—¿yo? Él. Fue su culpa. —Frunció el ceño.

—¿Ya lo hablaron?

—No muy bien... nos queda poco tiempo, ¿sabes?

𝐐 𝐔 𝐄 𝐑 𝐔 𝐁 Í 𝐍 // [tysh/joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora