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Hablar de la muerte con humanos era tan extraño que ni el mismo Diablo entendía.

Unos se asustaban, a otros le daba igual, y otros la buscaban con ansias. Sin embargo, cuando ellos mismos eran los causantes de traer la muerte habían dos salidas.

Uno: Se sentían o muy culpables, o dos: no sentían nada.

En el caso de Diego era la primera.

Cortar una garganta por un arranque de ira no estaba en planes. Jamás lo estuvo.

Diego, estuvo gran parte de su vida en Italia, y jamás fue problemático, sus calificaciones eran excelentes tanto que su madre pensó que era dotado, le fascinaban los autos y siempre quiso ser un corredor famoso, le gustaban los animales, y era amante de ir a la playa.

Cuando cumplió sus diez, años su madre falleció de un cáncer en el vientre. Y a su padre jamás lo conoció, de niño su mamá le dijo que era un Superhéroe y estaba ocupado salvando el mundo, cuando creció entendió que el jamás estuvo. Una de sus tías (tía Meylin) dijo que estaba en la cárcel y ahí se pudriría.

Jamás lo supo. Y no le interesaba, vivía a gusto con su madre, ella le dio todo mientras pudo. Y toda la vida estuvo agradecido con ella. La amaba. Cuando murió, su tía, la misma que dijo que su papá estaba en la cárcel, lo llevo con ella a Ohio, y aquí estaban.

El inicio aprender el idioma era una mierda, pero al ser tán inteligente se le hizo sencillo. Rápidamente ganó popularidad en la secundaria, claro, "el chico italiano" volvió loca a más de una chica. Diego supo que nunca tuvo atracción por ellas. Normalmente se volteaba a ver a los chicos.

En el último año de secundaria, su tía enfermó, y estaba bastante grave en casa. No era algo de lo que estuviera orgulloso, así que nunca lo había mencionado. Diego la ayudaba a comer, a vestirse, o hacer cosas básicas.

Le tocó ingeniárselas solo.

Trabajar para pagarse la universidad. Diego se graduó con honores de la secundaria, siendo la calificación más alta de su instinto, entró a la universidad con la esperanza de convertirse en odontólogo. No sabía porque especialmente odontólogo, solo sintió que sería lo de él.

Mientras Diego trabajaba, su prima Anna cuidaba de su tía, pero Anna tenía su familia, y su trabajo así que aveces seguía siendo complicado.

El día que pasó lo de Joshua. La noche en la que le cortó la garganta, Diego tenía que ir por los medicamentos de su tía a la farmacia. Y no fue...

Estaba echo una bola en una esquina de la habitación literalmente cubierto en sangre teniendo un ataque de pánico. No se movía, no reaccionaba a nada.

Por culpa de esa pelea mandó su vida directo a la mierda, y pensó todos los peores escenarios que su mente le dibujaba.

Diego nunca entendió porque le pasaban cosas malas si el era bueno. Jamás le faltó el respeto a sus mayores, era buen alumno, cuidó de su madre y ahora de su tía, y sin embargo la vida le quitaba siempre lo que más amaba.

Tyler estaba frente a él, le gritaba con lágrimas en su sus ojos.

—¿SI ACASO ENTIENDES LA GRAVEDAD DIEGO?

No escuchó. O quizás si, pero estaba en shock, su cuerpo no reaccionaba y no se movía.

Tyler dejó su enojo y tristeza por un momento mientras el cuerpo de Joshua yacía en el suelo en un charco de sangre.

—Diego...—Tyler se puso de cuclillas a la altura del chico.

Los ojos de Diego encontraron los de Tyler. Al Diablo le pareció impactante el miedo que poseían esos orbes color miel.

—No puedo moverme.—Le susurró con horror.

—Diego, te diré algo, y me tomarás por loco.

—No bromees conmigo ahora, ¿bien? Tyler joder... debería ser yo quien esté muerto ahí, todo esto es mi culpa soy una mierda perdóname, perdóname...—Una vez más rompió en llanto. —No sé porque lo hice, yo no quise hacerle eso Dios mío. Perdóname.

Tyler se tomó la situación con algo de calma. Si enloquecía Diego jamás se calmaría. Así que decidió calmarse. Le jodía el corazón pensar en Joshua pero tenía un plan.

Diego sería el Diablo. Tenía que serlo.

—¿Crees en Dios? ¿El Diablo?—Le preguntó el mismísimo Diablo.

—No. No sé. No puedo pensar joder.—Diego comenzó a picarse la piel.

—Ey, Ey... sé que no puedes pensar, por eso necesito que me escuches.—Tomó las manos del otro en las suyas, estaban llenas de sangre pero no le importó. —Verás, una vez conocí a un chico tan precioso que pensé que era un querubín. Era el más bello que han visto mis ojos y caí perdidamente enamorado. Cuando lo conocí, no solo resultó ser físicamente perfecto, resultó ser el amor de mi vida y el mismísimo Rey del Inframundo. Jamás creí tan a fondo en el Diablo, pero el me enseñó su infierno entero, y sin embargo me hizo sentir en el cielo...

—¿A que vienes con esa historia?

—No es una historia, es realidad Diego. ¿Ves ese chico?—Sonrió triste volteando a ver el cuerpo ya sin vida de Joshua.—Él, fue el mejor Diablo que jamás pudo tener el infierno.

—Joder Tyler... no bromees así...—Frunció el ceño.

—Él, fue la persona que me hizo creer en cosas que para ti serían irreales, y continuando con la historia... en su lugar, fui yo el siguiente en tomar asiento en trono del infierno. Y... quiero que el siguiente seas tú.

—¿me estás tomando el pelo? Tyler porfavor...

—Bien, cierra los ojos...—Ordenó apretando levemente las manos congeladas.

—Pero...

—Hazme caso.—Repitió.

Diego, no muy convencido aceptó. Y como si fuera magia, de la nada sintió tanto frío que pensó que lo habían metido a una heladera.

Abrió los ojos y vió nada más y nada menos que el infierno. Un pasillo lleno de puertas con detalles preciosos, seres infernales que le parecieron fascinantes, al voltearse junto a él Tyler. Tan elegante como la maldad misma, y tán sutil que de no ser por la historia jamás hubiera creído.

No pudo decir nada, nada salió de su boca.

En un abrir y cerrar de ojos volvió al cuarto con el cuerpo de Joshua y Tyler junto a el.

—Diego...—Dijo el castaño.—Te presenté mi infierno.

—Y-yo

—Te elegí a ti porque tienes tanto potencial, y veo en ti algo que no eh visto en nadie más. Joshua ya no podrá gobernar ahí abajo, y yo no quiero hacerlo sin él... y la única forma de zafar todo este enredo, sería que tu aceptes lo que te ofrezco.  Tu vida será igual, cuando gustes te ayudaré, sabrás tratar enfermedades, y serás perfecto en todo esto.

Diego entendía. Es decir, una historia de amor algo trágica entre un chico con aspecto de querubín y el diablo. Y...que podría tratar la enfermedad de su tía.

Tyler le explico todo.

Las almas, y todo lo que necesitará saber. Y Diego sabía que cabía la posibilidad de ver a su madre.

Las sirenas de policías comenzaron a sonar fuera de la juguetería pero ya era demasiado tarde.

Ambos entre lágrimas estrecharon las manos.

Lo último que Tyler logró sentir fue paz.

Una paz que le indicó que la decisión que tomó era la correcta, que Diego debía estar ahí, y que el y Joshua podrían volverse a encontrar.

Después del apretón de manos, fue como un nuevo inicio.


















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𝐐 𝐔 𝐄 𝐑 𝐔 𝐁 Í 𝐍 // [tysh/joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora