Capitulo XIV 🍷

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Maine.

Hace mucho frio, al parecer este año la época invernal se había adelantado. Abrí lentamente mis ojos y traté de enfocar la vista en mis manos, las mismas se encontraban cubiertas por unos guantes bien peludos de color rosado. Que color más espantoso. Seguía pensando en los guantes y en el frio que comenzaba a calar mis huesos. Miré mis pies y caí en cuenta que estaba parada sobre la nieve. En sí, estaba parada a un costado de la ruta un día pulcramente blanco. Las copas de los arboles están cubiertas de nieve.

Otra vez el mismo sueño. ¿Qué cómo lo sé? En tres segundos, por aquella curva aparecerá un volvo rojo con desplazamiento de norte a sur, el mismo dará tres vueltas en el aire y una de ellas se efectuara encima de mí. Cuando me acerque al vehículo desarmado, me daré con la novedad de que se encuentra vacío. Voy a pararme, examinar la zona del desastre y encontraré al mismo niño de cabellos claros y ojos miel mirándome imperturbable mientras carga con un estúpido oso de felpa.

Sé su nombre porque una voz femenina, la que deduzco será su madre, lo llama a los gritos y él se esconde detrás del árbol más cercano que tiene a mano derecha. ¿Quieren saber cómo termina el sueño? No es difícil de descifrar.

Abrí los ojos exaltada pronunciando el mismo nombre que venía gritando hace más de 10 años. Sentí un cuerpo menudo sobre mí y unos brazos tratar de contenerme. Reconocí inmediatamente al intruso puesto que con el peso y el perfume era fácil de descifrarlo.

- ¿Cariño, te encuentras bien? ¿Necesitas algo? ¿Quieres otra mantita? ¿Agua, lo que sea?

- Estoy bien. De verdad. ¿Qué hora es? ¿Qué haces aquí? – por poco y se me salía un "¿Quién soy?"

- Son las cuatro y media de la mañana y Arlene me mandó a cuidarte. Ya sabes cómo es... - dijo poniendo los ojos en blanco.

Comenzaba a sospechar que dentro de todas las cualidades que envolvian a Arlen, entraba a la perfección el mote de Paranoica. Me removí sobre la cama para buscar una nueva posición y traté de no pensar en mi pie mal herido. Si mal no recuerdo me acaban de dar una semana completa de reposo, y en todos mis años no había parado un solo día. Mi cabeza comenzó a llenarse de preguntas ¿Cómo afectará esto en el mes de prueba? ¿Quedaré inmediatamente en la calle? ¿Se apiadaran de mí y me eliminaran de la faz de la tierra? Dudas, dudas y más dudas me invadían.

Trataba de ponerme de pie cuando mi acompañante empezaba a entrar en crisis.

- ¿Pero niña, que haces?

- Necesito ir al baño, Jason. Tan simple como eso.

El pobre infeliz me regaló una cómica mueca de desagrado y se levantó de la cama brindándome su mano como soporte. – Vamos, no vaya a ser cosa que te caigas y te partas la cabeza. Sería lo único que me falta para que los "James" me masacren vivo.

Los "James", ¿por qué mi mente se centra en un solo miembro de esa familia? Y ¿Por qué mi boca pronunció el nombre que no era?

- Oh, Jefferson. – Exclamé mientras me levantaba con ayuda de mi nuevo amigo.

- Él es el mayor de mis problemas, pero créeme que el tuyo es Nate.

- ¿Por qué? – Sé que es un poco, mucho, cargoso pero tampoco podría llegar a considerarlo un problema.

Jay se quedó mirándome como si me hubiera salido una tercera cabeza. – De verdad no lo sabes... ¿o no lo quieres saber?

Pero antes de contestarle, no sé qué iba a contestarle, el sonido de una llamada entrante nos interrumpió

- Hablando del rey de roma....- Me susurró para luego centrarse en la llamada. – Si señor, está durmiendo como el ángel que es. Si, papá. Espera. – pidió, pero no entendí si iba dirigido a mi o al intercomunicado.

Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora