Capítulo XXXIV 🍷

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  Maine.

Jamás había visitado la azotea, ni tampoco recordaba que contáramos con una, de modo que no tengo idea de cuantos escalones me esperan cuesta arriba. Estoy acostumbrada a los doce de la casona, pero aquí... se ve tan lejana y pequeña la puerta al exterior.

Ante mi preciada torpeza me tomé el tiempo para subir de a un escalón a la vez. Como el tirón era largo, aproveche para rememorar velozmente la vestimenta que llevaba esta noche.

Casi siempre visto de etiqueta, gracias a Jay, así que le agradezco enormemente haber elegido este vestido negro con este precioso bléiser azul marino, más los zapatos que hacen juego con él.

Jason sabe que uno de mis colores es el azul. Me hace lucir cómoda y confiada. No me preocupo del maquillaje y el peinado porque él hace su magia en mí, así que deduzco que la sombra elegida es también de color azul y el labial rosa pálido. La corona trenzada y los pocos cabellos sueltos deben quedarme bien. Sigo sin usar espejos, me molesta de sobremanera.

Al llegar a destino lo primero que diviso es a Jeff, como no, abriéndome la puerta para salir. El lugar es amplio, fresco y la vista es preciosa. En todos los sentidos.

En el centro de la terraza hay dos mesas, recubiertas con manteles negros y servilletas de telas blancas. En el centro hay arreglos florales en tonos rojos y blancos. Velas por donde busquen y seis platos, junto a sus cubiertos plateados, esperando a ser utilizados. De fondo se escucha música instrumental, que no parece ser clásica, sino de canciones lentas del momento.

Venía observando y analizando todo cuando la figura de tres personas se giraron hacia a mí lo que me hizo detenerme en mi lugar.

- Gale. Es un placer que puedas unirte a nosotros en esta agradable velada. - Dijo Nathan luciendo etéreo con ese chaleco negro.

No se por cuánto tiempo permanecí perdida en su sola presencia, que no repare en las personas que me miraban expectantes.

Al ver al joven, que lucía como una copia exacta a los "James", supuse erróneamente que se trataba del hermano menor.

- Ellos son unos amigos de la casa. El señor Patrick Howard y su flamante esposa la señora Odesa Saint de Howard.

- Cariño, ya te dije que el "Saint está de más". - Su voz era cantarina y delicada. Grande fue mi sorpresa cuando busque a la dueña de la misma.

En mis 23 cortos años de vida había conocido a una mujer tan bella, y creo que me quedo corta. Ni siquiera sé por dónde comenzar a describirla.

Su piel era blanca, sus brazos finos, tonificados y largos. Tenía un vestido negro largo, con un tajo por encima de la rodilla izquierda que dejaba a la vista sus piernas, igual de blancas, largas y tonificadas. En sus pies calzaban unos perfectos zapatos clásicos color negro. Traía el cabello semi recogido y ahí está la cuestión, la advertencia de Jay retumbo en mi cabeza. Su cabello era azul metálico, brillante y perfecto con esas ondas que le daban volumen y vida, por lo poco que vi, porque así como mire lo que no tenía que ver baje la mirada y concentre la vista en esa perfecta gargantilla de... diamantes.

Odesa es la perfección y elegancia personificadas.

- Buenas noches, es un placer conocerlos. - Atiné a saludar para que no se note mi profundo escrutinio.

El señor Patrick fue quién se acercó primero para tomar mi mano y depositar un cálido beso en el dorso. Por un segundo recordé a cierto ser humano que se atrevió a lamérmela, y tras aquella remembranza mis ojos viajaron en su dirección.

- El placer es nuestro, Maine. - Devolvió la cortesía con una voz muy masculina.

- Bueno, es hora de sentarnos y disfrutar de un momento agradable. - Medio anuncio, medio ordenó Jeff.

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⏰ Última actualización: Feb 10 ⏰

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Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora