Capítulo XXIX 🍷

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Jason.

Suelo ser una persona serena, destilo paz y armonía por donde transite. Mucha gente me ha llegado a felicitar por mi temple inquebrantable. Y hasta llegue a escuchar la palabra envidia asociada a mi nombre: Jason Parker.

Pero todo lo que brilla no es oro, y mi tranquilidad solo puede verse irrumpida por un imbécil que no sabe ubicarse. Yo puedo querer mucho a Nathan pero no tolero a su asquerosa familia. Pensaba que ya tenía suficiente con la arpía mayor, pero NO, no. Me equivoque como un estúpido.

Si una vez llegué a pensar que su estúpido hermano era una persona de palabra, intachable y diferente al resto... hoy me arrepiento. Solo me bastó ver lo que presenciaron mis ojos para querer sacármelos, y de paso arrancarle los de él también. Solo debía hacer una sola cosa, UNA.

- Le pides perdón inmediatamente a Dita o te suspendo por tres días sin paga. Estarás confinado en la Casona hasta que yo te lo diga. Piensa bien lo que vas a....

- Tres días de suspenso. – Contesté decidido, me valió muy poco la advertencia en tono bajo de Caleb, el codazo y el pisotón que éste me regaló.

- Bien. Ahora se puede saber Caleb ¿Por qué no interviniste?

- ¿En qué querías que intervenga? – me atrevo a inmiscuirme por mi pobre amiguito que no tenía nada que ver.

- Jay, está bien. – Interviene el pobre infeliz.

- ¡NO LO ESTA! – contestamos el idiota y yo al mismo tiempo.

- Parker le faltaste el respeto a una clienta.- ¡Aja! Comienzo a presentir que estoy ganando esta batalla, al verlo agarrarse la cabeza con ambas manos.

- Esa clienta... se acercó a mi área de trabajo con el solo fin de fastidiar mi tranquilidad. Pero es al vicio intentar dar mi versión de los hechos cuando tu cuñadita ya te lavó el cerebro.

- OYE, cuñada tengo una sola y debe estar durmiendo.

- No me vengas con bromas estúpidas Jefferson James. – Inquiero mientras me pongo de pie y lo señalo con el dedo índice, él odia que haga eso.

- Y tú no... - Se para, como era de esperarse y apoya los puños contra su escritorio.

- Creo que será mejor que los dos se calmen, se están comportando como dos mocosos. – Nos regaña Caleb parándose junto con nosotros. – Se ve que tienen mucho de qué hablar. Así que Jeff dime cual es mi sanción así me vaya a dormir ¡de una jodida vez!

Observo que la tercera rueda comienza a mostrarse nervioso y a ninguno le conviene que le agarre un ataque en este momento. Jefferson pernota lo mismo y comienza a tranquilizarse.

- Será mejor que nos sentemos. – Indica con su mano, volviendo a la compostura. Nosotros seguimos su orden.

Quiero destacar algo aquí, a mí nadie me manda, mucho menos me ordena que hacer o que decir, pero por mi amigo debo mantener la compostura. Es algo así de explosivo como Nathan, pero no tan así, es un tanto más engorroso...

- ¿Algo para beber? – Pregunta de forma cordial.

- No me van a hacer dormir como a la nueva. Dime cual es mi "Sanción" para dejarlos a solas.- Exige Cale.

Comparto una mirada con mi jefecito y rezo internamente porque no termine de arruinar el asunto.

- Estos tres días vas a trabajar para mí en la mansión. No tocaré tu sueldo pero tienes terminantemente prohibido comunicarte con alguien ajeno a la Mansión, llámese Jason, Trisha, Darla...

- Maine.- Interrumpe - Ya, ya entendí. Voy por mis porquerías y te veo allá. – Dijo mientras se dirigía hacia la salida. Salvo que una vez allí, sin darse vuelta se dirigió a mí. – Al menos no te veré llorando por los rincones porque cierta persona... - Ahí si se dio vuelta para señalar a nuestro querido y honorable jefe - ...y si estoy hablando de ti grandulón, te castigo con tres jodidos días sin sexo. Traten de no matarse. – Advierte cerrando la puerta con un sonoro portazo.

Ambos quedamos mirando la puerta sin creer lo que acabábamos de escuchar. Caleb es una persona, dentro de todo, tranquila que evade los problemas y discusiones ajenos porque no sabe cómo confrontarlos. Como te habrás dado cuenta su cabeza esta tan o más jodida que la del resto.

Escucho un carraspeo detrás de mí y sinceramente no tengo ganas de voltear a mirarlo, ni siquiera de escucharlo.

- Bien, tres días de suspensión sin paga, encerrado en la mazmorra por tratar de "mono titi" a la tetona. Listo, lo entendí. ¿Me puedo ir?

- NO. Jay, quiero que entiendas que lo que pasó no puede volver a repetirse. Hoy la sacaste barata por que Arlene ya se había retirado. ¿Qué hubiera pasado si ella se encontraba aquí? – Realmente se lo notaba cansado y hasta preocupado.

Decirle la verdad o mentirle... ¿qué hacer? De todos modos su lealtad está puesta en otro lado.

- Es que si Arlene hubiera estado, nada de esto hubiera ocurrido. Si en algo estoy de acuerdo es que la fulana es bien inteligente no haría nada delante de su mejor amiga, porque la "James" mayor, que será todo lo que quieras, sí tiene palabra y hace cumplir cada una de las reglas de este bendito lugar. – Finalicé colocándome de pie, inclinándome en su dirección y retirándome con todas las ganas de asentarle un golpazo en medio de su perfecto rostro.

- Jay...- escuché por lo bajo. Iba a darme vuelta pero cierta rubia ya estaba esperando por él del otro lado de la puerta.

Con Cara no cruzamos miradas, pero yo si cometí la estupidez de voltear antes de que la puerta se cerrara, viendo el asqueroso beso baboso que ella le acababa de sentar en esa boca que, hasta hace unas horas atrás, era a mí a quién besaba.

Fue inevitable llegar a casa, encerrarme en la habitación y gritar a todo pulmón todo lo que no pude escupirle de frente.

Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora