Maine.
Palabra y acción del día que desconozco: Consolar.
Según san Google es un verbo transitivo - verbo intransitivo, que significa:
A: Aliviar [una persona o una cosa] la pena o disgusto de una persona. Ejemplo: "consuela mucho ver que todos tus compañeros, en situaciones similares, reaccionan igual que tú"
B: verbo transitivo - Ayudar [una persona] a otra, mediante caricias, buenas palabras, etc., a que disminuya su pena o disgusto. Ejemplo: "ella le compadecía, le mimaba y le consolaba, pero no prometió nada en ningún momento"
¡Lo tengo!
Cuando vi a Jason apagado en el club, me nació mandar dicho mensaje que termine enviándole a la persona que no era y en el semi desenlace acalorado de hace un rato. Cosa que me dejo temblando por la interrupción abrupta.
Escuchar el grito que profirió me lleva a estar frente a su puerta con otro tarro de helado, esta vez de chocolate porque sí, tuve que googlear que era lo mejor en estas ocasiones y convengamos que jamás vi a Jay consumir té, y no quería esperar hasta que la cafetera se digne en bendecirme con una jarra de café.
- ¿Puedo pasar? – espero por una respuesta que nunca llega, en su lugar la puerta se abre cediéndome el paso.
Ingreso a la habitación y hago un paneo general, dentro de lo que la luz de la mañana me permite ver. Ante todo su habitación es unos metros más grande que la mía, sus paredes están pintadas con un rojo intenso y su cama es un somier King Size con la cabecera negra e cuero. Hay ropa desparramada por todos lados y un hermoso frigo bar descansando a los pies de una biblioteca blanca.
Veo algunas fotos colgadas, algunas de su graduación, otras de un viaje por San Francisco, otras por Orlando, Kansas y varias de unas manos tomadas en un atardecer, en una cena, en una playa. No hay rostros, solo manos.
Busco con la mirada al propietario de la habitación y al dar con él solo atino a extenderle el tarro de helado, lo cual recibe evadiendo mi mirada.
- La cama es grande, puedes elegir un lado. Por lo general prefiero el que da al ventanal. Recibo más luz pero hoy no tengo ganas.
Entonces el lado izquierdo será, tampoco es como que tenga muchas opciones. Me quito las pantuflas y me subo a la cama aguardando que se una a mí, muy por el contrario se acerca al ventanal para cerrar las cortinas y dejar todo a oscuras.
- ¿Podrías correrte para el otro lado? – Pregunta con amabilidad. Evito hacer rodar los ojos y cumplo con su pedido.
- Oye... no vine a interrogarte. De hecho quería proponerte esto a la salida del club pero...
- Pero cierto orangután de metro ochenta y tantos arruinó el momento. – Interrumpe exasperado.
- Sí, eso... ¿las cucharas?
- En el primer cajón del escritorio. Deja voy por ellas. ¿Prendo la calefacción?
- No, así está bien.
Tomando helado en pleno marzo, así somos y así nos va por tomar decisiones a lo pendejo. Nada de qué extrañarse.
Por veinte largos minutos nos sumimos en un hermoso silencio. No había nada que decir, nada que escuchar, solo nos dedicamos a cucharear el tarro en suma tranquilidad.
En el momento que pensé que iba a dormirme sentada con la cuchara enterrada en mi boca, Jay decidió hablar. Y una vez que empieza no hay forma de callarlo.
- Odio a las hermanas bubis prominentes, a los jefes, sobre todo al infeliz de Jefferson Steven James. Lo odio. Solo se salvan Caleb, Pipín y tú. No me molestó la suspensión absurda, sino que ni siquiera me dé el beneficio de la duda. Creyó lo que la muy... fulana le fue a chismosear. Claro, respaldada por su hermana mayor. Me hubiera gustado que me pregunte: "Ey, pedazo de soquete, ¿es verdad lo que me vinieron a contar"? Pero no...
Dejo que se descargue prestando mis ojos y oídos. No sé exactamente qué fue lo que sucedió pero si Jason viene y me cuenta su versión creería indiscutiblemente en él. ¿Por qué? Porque es una de las pocas personas sinceras que habitan en éste lugar. Más tarde lo entenderán.
¿Qué decir? ¿Cómo ayudar? - Lo amas. – No fue una pregunta, fue una afirmación bien directa.
Con eso logré captar su atención. Tarde me doy cuenta de lo que dije y abro los ojos abruptamente. – Lo sien...
- ¿Cómo lo sabes? – pregunta desencajado.
Veras, amigo mío, son demasiado obvios, pueda que yo viva perdida en mi mundo pero tengo dos ojos. Trato de pensar una respuesta rápida, cosa que no se me da del todo bien. Suavizo el rostro y tomo sus manos, algo que no encaja con mi perfil de muralla fría.
- Estoy aquí para escucharte, no para darte un sermón de lo que supongo que es amar. Además...- no lo digas – A leguas se ve que te duele que la persona que tanto quieres desconfié de ti.
Nos tomamos otra pausa de cinco minutos. Jay planta su cara en dirección al ventanal. Sé que intenta evitar que lo vea llorar. Cuando escuché un leve sollozo abandonar sus labios, no dude en abrazarlo.
- Oye, está bien. Suéltalo todo. Estoy...aquí. – Digo lo último en un susurro, mientras afirmo la cabeza sobre sus hombros. Él toma mi mano y libera el llanto que traía guardado quién sabe desde cuándo.
Finalmente nos acomodamos en la cama y comienza a contarme todo lo que sucedió desde el principio de los tiempos, hasta el momento de la sanción.
Si Jeff había sumado dos puntos conmigo, déjenme decirles que hoy perdió cinco. No entiendo por qué la gente se queda siempre con la versión que le conviene. De ahora en adelante se acabaron las buenas migas con el "orangután de metro ochenta y tantos". Tengo un amigo que cuidar.
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Madness ~ El Club de los condenados
Misterio / Suspenso"Nosotros estamos locos, rotos... enfermos, y lo mejor de todo es que ninguno de los dos, ni él, ni yo pensamos componernos" Solo tengo un par de cosas para advertirte: 🍷 No todo es lo que parece 🍷 No te encariñes con los personajes, varios de ell...