Capítulo XXX 🍷

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Nathan.

Bendito susto me acabo de llevar, supongo que mi acompañante también. Creo que llegué a sentir su corazón detenerse por un momento.

Tratando de volver a la realidad, nos separamos lentamente tratando de acomodarnos la ropa. Ambos estábamos hechos un desastre: agitados, sudorosos y muy acalorados. Calor que se desvaneció en un segundo tras el alarido que pegó nuestro no tan querido amigo.

- Fuera lo que fuera que haya pasado, se quedó bien corto con los insultos. – Lanzo mientras miro el rostro estupefacto de mí querida "ojitos", quien tenía la vista clavada en su puerta. Sé lo que está pasando por su cabecita y no pienso detenerla. – Deberías ir a verlo. Es tu amigo después de todo.

- ¿Amigo? – Pregunta toda descolocada. Es como si su cerebro había dejado de funcionar. Tendré que ayudarla a organizar sus ideas.

- Se supone que yo no estoy aquí, y que la invitación original era dirigida a él. Me gustaría quedarme contigo...- para terminar con lo que habíamos comenzado. Pienso y luego existo, así funcionaba. -... pero Jay te necesita más que yo.

Pequeña, y jodida, mentirita blanca.

- Sera el helado, él y yo y su...

- Nada de camas... ni sillones, ni nada con nadie, Maine. – Imploro mientras voy sacando la mitad de mi cuerpo por el ventanal, provocando una sonrisa cómplice en ella.

- Oye... - empieza, y deseo con todas mi fuerzas que no vaya a arrepentirse de lo que sucedió. –... ¿Cuándo volveré a verte?

Sonrío con nostalgia, sé que el mes de prueba comienza el día del evento pero Arlene viaja mañana mismo.

- Pronto. – Termino por contestar, no sin antes despedirme con beso en su frente. Ambos sabemos que ante los demás nosotros no podemos ni mirarnos y de momento es mejor así.

Me molesta tener que dejarla en estos momentos, pero si Jason discutió con Jefferson, deduzco que mi querido y estúpido hermano debe estar igual de jodido que él.

Bajo a toda prisa por las enredaderas y me dirijo a la pared que linda con la avenida, cuando estaba llegando a mi ángel negro, mi celular vibra anunciando un mensaje. No iba a contestar creyendo que podría tratarse de Dita, pero algo en el interior me llevo a tomar el móvil y leer lo que me habían mandado.

CAAAA: "Jefferson acaba de llegar hecho un despojo humano. Trae tu trasero aquí y demuestra que eres el único ser coherente de la familia"

Por lo visto Caleb también recibió su castigo, y vaya que fue leve. Guardo el celular en el bolsillo interno del saco y emprendo viaje a mi viejo hogar, lugar que deje de considerarlo como tal desde la muerte de mi madre y destierro de mi hermano.

La carretera está tranquila, mi mente un desastre. Me gustaría comprender en qué punto quedamos con Maine, resolver lo inentendible que tenemos con Dita y ponerle un final a Electra y su malévolo padre. Lo último es extremadamente delicado, puesto que con ellos comparto sangre y muchos, muchísimos secretos.

Al llegar a la mansión, Caleb ya estaba esperando por mí en la entrada del garaje, afirmado contra un pilar fumando. Él fuma solo cuando esta estresado, o molesto y no lo culpo. Es uno de los menores el grupo y a veces tiene que hacer de intermediario o, incluso, ser la voz de la razón. Aunque las cosas entre él y yo hoy se encuentren un tanto turbias, culpa de cierta rubia, me compadezco de su situación.

Al estacionar y bajarme de la moto siento que hubieran pasado años desde que nos vimos aquí la última vez.

- ¿Dónde está? – Pregunto yendo directo al grano.

- En el estudio, desde que llegó esta masacrando ese pobre piano. – contesta ofreciéndome su cigarrillo, lo cual acepto ya que hace mucho no compartimos uno.

- Ey. – detiene mi marcha haciéndome volver y encararlo. – A veces es mejor escuchar que hablar.

- Tu filosofía de vida es admirable. – Lo felicito con una sonrisa.

- No la está pasando nada bien y sé que el otro renacuajo tampoco.

- ¿Por cuánto tiempo te toca custodiar las puertas del infierno?

- Tres largos días, con sus noches. Al parecer los planetas se alinearon. Arlene no está, de modo que puedo quedarme por estos lares sin tener que aguantarla. – Se lo ve tranquilo, a pesar de nombrar a la más mala de todas las malas. Aunque...

- Se ve que ella y tu han mejorado la relación. Ahora le cumples favores.

Veo como se tensa de inmediato a lo que tengo que intervenir antes de recibir una piña. – Prefiero verlos así y no peleando. La última vez fue un desastre.

Él agacha la cabeza y hace una sonrisa de lado, al parecer mi vida no corre riesgos, por ahora.

- Siempre y cuando la paga sea buena. – Contesta hundiéndose de hombros, mostrando desinterés. – Jeff te necesita.

Me recuerda señalando con su cabeza el camino hacia el estudio privado. Nos saludamos con un asentimiento de cabeza y cada uno toma diferentes rumbos. 

Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora