Capítulo X 🍷

7 1 5
                                    

Maine.

Siento la tranquilidad recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Hacía mucho tiempo que no me sentía así, al borde del colapso.

Mis despertares son de mucho pesar, calculando cuantos días faltan para las vacaciones, y cuando estoy en vacaciones calculando otra vez los días que me faltan para trabajar o estudiar. Me muevo por inercia, no tengo días rosados, todos son grises y me acostumbré a tal grado que me agradan los días así.

Pero hoy... hoy me siento diferente, no me duele el cuerpo y amanecí en la misma posición en la que me acosté. Aún no recuerdo cómo dejé los anteojos cerca de Pipin, suelo dormir con ellos puestos.
Al abrir los ojos sentí confusión por unos segundos. Ésta definitivamente no es mi habitación. Tiene mucho color para serlo, me siento en el mullido colchón y comienzo a estudiar el espacio. No recuerdo haber tenido tantas ventanas. Oh, no, son ventanales.

De pronto un suceso de imágenes se reproduce en mi cabeza como un mini tráiler de los acontecimientos del día anterior.

Me pongo de pie y me dirijo al cuarto de baño, necesito comenzar la mañana. Supongo que es de mañana, intente ver la hora en el celular pero está apagado. Debe haberse quedado sin batería.

Diablos, hace tanto tiempo que no dormía tan bien. Suelo tener pesadillas a menudo. Siento el sofoco de una persecución y cuando me están por atrapar escucho mi nombre completo en un grito ahogado. Me lavo los dientes y cometo el error de mirar hacia el frente: un jodido espejo. Maldita sea mi desgracia, comienzo a buscar por todo el baño una toalla que tape el reflejo que se encuentra allí. Bendita sea mi suerte que encontré una súper amplia.

Por lo poco, poquísimo que vi tengo el cabello un desastre. Sera mejor que me peine y lo recoja, por más cómoda que me sienta no debo mostrarme tan confiada por esta casa.

"No confíes en nadie, ni siquiera en mí" - El recuerdo de esa frase hace estragos en mi cabeza, llega junto con una punzada que me aturde por unos minutos.
Trato de enfocarme en otra memoria, lo último que hice o vi anoche. Cuando Nathan se fue, acomode un poco mis cosas, ubique la pecera en un lugar cerca de la cama, le dije un par de cosillas a Pipin, prendí a Otto y me dormí. No quise ver los apuntes de la facultad, ahí seguirán archivados hasta que decida qué hacer con ellos.

Me visto lo más normal que puedo y salgo de mi calabozo. No hay una señal de seres vivos en este piso, lo que me parece extraño. Miro la puerta que se encuentra al final del pasillo y recuerdo todo lo que se me cruzó por la cabeza desde el momento que saque la tarjeta hasta que llegué a mi puerta. Espero jamás tener que relacionarme con ese roble imponente de color negro con blanco y la maldita "J" tallada en el centro.

Desciendo hacia la planta baja y sigo sin ver o tener contacto con otro ser humano. ¿Habrá sucedido algo importante? Una reunión, una salida, algo. ¿Será el fin del mundo? Miro para todos lados al mejor estilo del meme de Travolta en Pulp Fiction y nada. Nada de nada.

Comienza a preocuparme esta soledad, se supone que en esta casa viven cinco personas más. Mientras me dirigía a la cocina, pensando lo que iba a desayunar, escucho el ruido de la puerta principal cerrarse.

- ¡Buenas Tardes! ¿Qué tal el primer día en la casa más famosa del vecindario?

- Tardes para ti también Jay. - Momento - ¿Qué tan tarde es? - pregunto comenzando a temer por la respuesta.

- Las cuatro y cuarto de la tarde, querida.

- ¿Las QUÉ? Perdón, perdón. No debía gritar así.

- Tranquila, linda. Solo somos tú, yo, los peces y tu ratita. Nadie más. Te dije que Nate no iba a estar aquí. Darla y Tiffany están en el club, mientras que Caleb fue a llevar el auto de Jeff al mecánico. Aquí todos somos sirvientes de los jefes. Vivimos y nos alimentamos bien, tenemos donde vivir, cobertura médica....

Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora