Capítulo XXVI 🍷

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Maine.

El reloj de mi celular marcaba las tres de la mañana. No suelo usar este aparatito casi nunca, no me es necesario escribirle nada importante a nadie puesto que las personas más cercanas las tengo pegadas a mí toda la bendita noche, y por las mañanas y por las tardes. Pase de ser un alma solitaria a acarrear con varias almas más, ni que fuera un recolector que va tomando lo que se topa por su camino para llevarlos al inframundo.

Sí, mi mente vuela. Pero me mantengo concentrada cobrando, pasando tarjetas, solicitando aprobaciones, controlando identificaciones y un larguísimo, etc.

Cuando el tráfico de clientela bajo, pudimos respirar por unos segundos. Esto de conversar en nuestros descansos se está volviendo costumbre de viejas chismosas. Antes solíamos hacerlo para criticar a ciertos personajes que frecuentan el club, incluyendo a nuestros "jefes". Pero hoy el ambiente estaba apagado. Caleb miraba a Jason quien seguía desempeñándose en su labor. Por ahí lo veía negar con la cabeza, cruzar los brazos, acercarse con la sola intención de preguntar algo referido al trabajo.

Mientras que Jason miraba de vez en cuando al palco. Esta noche no probó sus propios cocteles, ni siquiera sorbió un vaso de nada. Ni de agua.

Me sentía con la obligación de devolverle las atenciones que tuvo conmigo. Agarré mi celular para ver de nuevo la hora y se me ocurrió una idea, miré en dirección del palco y fui retrocediendo sobre mis pasos pegándome contra la pared lateral de la barra. Me agaché con intenciones de ver hasta donde alcanzaba la perspectiva y una vez que confirmé la distancia, y que nadie me vería desde ese punto ciego, desbloquee el celular, busque entre mis contactos y escribí un par de estupideces. – "Tú, yo, Pipín, más un tarro de helado, más mi cama". – Me aseguro de mandar el mensaje y vuelvo a mi lugar como si nada, esperando que Jason lo reciba.

Nunca metió la mano en su bolsillo trasero donde su celular descansaba. Ni siquiera el bendito artefacto se encendió. Nada de que le haya llegado nada. De seguro la cobertura es pésima o algo me olvide de controlar antes de enviar. Mientras esperaba que Jason tomara su móvil, el mío vibro no solo una, ni dos veces.

Miré instintivamente hacia arriba y veo a cierto ojos negros afirmado con ambos brazos sobre la baranda, sosteniendo su celular entre las manos, sonriendo complacido mientras señalaba con disimulo el artefacto que yo cargaba en mi bolsillo. Miro en dirección de Arlene, pero de los "James" solo se encontraba él. Me aseguro de no tener a ninguno de ellos cerca y me vuelvo al lugar desde donde mande el mensaje anterior.

- Se lee terriblemente tentador.

- Aceptaría de no ser que te equivocaste de contacto.

- Jay esta como Jota3, yo lo cambie la última vez.

- Me pareció divertido. El único J debería ser yo, mínimo ser el nº1. No quedar abajo de Jason y Jefferson.

Vuelvo a la realidad al ver de reojo que alguien se acercaba a la barra. Tomo mi posición y presto atención a todo el movimiento a mí alrededor. Me es inevitable no sonreír por la torpeza que cometí, pero en mi defensa solo quería mandarle un mensaje al único Jota que reconocía como Jay.

Vuelvo a mirar en dirección al palco donde Nathan se mostraba expectante. Con su cabeza me pidió que contestara a la sartenada de estupideces que me mando. Pero esta vez me tomo el atrevimiento de pedir permiso para retirarme al tocador.

Realice semejante viaje solo para poder contestarle. Una vez que llegue a destino, me encerré en el primer cubículo desocupado que encontré para poder responder a la velocidad de la luz.

- No tengo mucho tiempo... ¿aceptas o no?

- Yo pensaba que ibas a descartarlo por no ser tú, ya sabes... Jota1. – Puedo percibir su arrogancia desde aquí.

Tomo un minuto para pensarlo mejor, pero mi ansiedad es mucho más grande.

- Tómalo o déjalo. La promoción expira en tres minutos. – Aprieto la tecla send y aguardo mientras pulso la cadena, no vaya a ser cosa que alguien este afuera. En eso la respuesta llega.

- Deja el ventanal abierto y asegura la puerta.

Apago el celular y me dispongo a salir de mi escondite cuando la puerta principal se abre y unas voces chirriantes se hacen escuchar.

- Es tu oportunidad de llevártelo a la cama. No seas estúpida.

- Piensas que sería capaz de perderme la cara de ese imbécil al ver cómo me llevo el trofeo a mi casa. Dita por favor, no me volví de las Bahamas para ir a conformarme con un consolador. Y tú ¿imagino que piensas hacer lo mismo?

- Nathan se está comportando como un verdadero mocoso indeciso. Ya van varias veces que me lleva con él para no hacer nada.

- No vaya a ser cosa que esa presa ya haya sido cazada.

- ¿Quién podría cazarlo? Es un James, después de todo. Hay que disfrutarlos mientras se pueda. Luego se aburren de una y a la mierda con todo.

Fue lo último que llegue a escuchar puesto que las "urgidas" habían salido disparadas a buscar a sus peleles. Comienza a pesarme la hora de haberme equivocado de chat. No niego que el alivio se instaló en mí al escuchar a la estúpida menor decir que con Nathan hace mucho que no pasa nada. Ahora todo eso confirma lo que él me había mencionado, Dita no es más que un capricho ajeno a él.

Salgo de la habitación sumida en mis pensamientos y me dirijo hacia mi puesto, contemplando un ambiente un tantito más animado. Jason y Caleb hacían el intento de bailar una canción muy movida mientras atendían a los clientes que acababan de llegar.

Sé el empeño que Jay está poniendo en este momento. Solo me gustaría verlo con su brillo habitual.

Cuando nuestra jornada finaliza y cerramos todas las cuentas a la perfección, me encamino hacia la salida con mis colegas. Los tres tenemos la cabeza en otro lugar, lo sé, lo percibo.

Ya con un pie fuera del recinto logramos escuchar un grito dirigido en nuestra dirección. Jason se tensa en su lugar mientras que Caleb me coloca instintivamente detrás de él.

- Parker ven aquí, ahora mismo. – Jefferson se veía molesto, mientras que Jason le hacía frente con la cabeza bien en alto.

Madness ~ El Club de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora