Tienes un secreto que podría arruinarte la vida.
Empiezas a calcular tus pasos, acciones, palabras y la gente que se acerca a ti.
Algo se te sale de las manos, terminas conociendo a la versión andante de una radio sin botón de apagar.
La odias, la d...
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✨Capítulo dedicado a Inés, gracias por todo el apoyo que me estás dando y encantada de conocerte. Espero que lleguemos a ser buenas amigas gonzalez_b ✨
El próximo capítulo será dedicado al primero que comente 💫💫💫
Espero que Chris sepa dónde esconder su culo por el resto del año. Después de haberle dado mi dirección a la pesada tiene los días contados. Sabiendo que es una de las únicas personas en las que confío y disfruto de su compañía, no debería de haber traicionado nuestros diez años de amistad de está manera.
Me pregunto si está será una de sus jodidas bromas; como la vez que me abrió un perfil de tinder y empezó a enviar milfs al parque al que solía ir todos los días.
Dally da una vuelta por el estrecho pasillo entre mi cama y el escritorio, observando las polaroids que tardé horas en pegar sobre las paredes. Se detiene y toma una.
—¡Joder!, deja de tocar—digo con brusquedad y me acerco quitándole la foto de las manos.
Ella da un respingo asustada pero su destello se queda estancado en un tenue verde, que se intensifica a medida que sus ojos oscuros me observan fijamente. Detesto ese color. Y detesto que la gente se meta en mis cosas.
Tres, dos, uno e interrogatorio de la pulga:—¿Dónde conseguiste las fotos?
—De una cámara.
La castaña levanta las cejas y sonríe con falsedad. —¿No jodas, en serio las fotos salen de una cámara?
O yo estoy bajando demasiado la guardia, o ella se está volviendo más valiente.
Sin embargo, de lo que sí estoy seguro es de que quiero que se vaya lo antes posible, y ya está tardando demasiado. Regreso la foto a su lugar correspondiente y me doy la vuelta para asegurarme de que no se encuentra con sus intrusas manos sobre mis cosas.
—¿Hiciste tú las fotos?
—Sí
—¿Tienes una obsesión con los ríos o algo así?—inquiere en tono curioso.
—Cierra la boca, Dally—arrastro los dedos entre los mechones de mi cabello exasperado—.No has venido a conversar conmigo ¿cierto?
Y por una vez desde que lamentablemente nos conocemos, ella me escucha. Nunca había disfrutado tanto del silencio como ahora y lo saboreo como si fuese la comida del mejor chef del mundo. Un sabor que apenas dura medio segundo.
—Entonces, ¿eres fotógrafo?
—No—. Chasqueo la lengua y la escudriño, sin apartar mis iris de los suyos, retandola para que vuelva a abrir la boca.
No entiende la palabra no y no entiende cuando no quiero escucharla. Comportamiento de princesa caprichosa que no soporta cuando las cosas no salen a su manera o cuando la gente no quiere hacer lo que ella ordena. Quizás su alteza necesita súbditos más cualificados que yo.