Tienes un secreto que podría arruinarte la vida.
Empiezas a calcular tus pasos, acciones, palabras y la gente que se acerca a ti.
Algo se te sale de las manos, terminas conociendo a la versión andante de una radio sin botón de apagar.
La odias, la d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me siento como una de esas acosadoras profesionales que se compran un telescopio para observar a sus víctimas por el balcón.
Pero yo no soy acosadora y tampoco tengo dinero para un telescopio profesional. Por otro lado, creo que Daniela cuenta con cierto grado de acosadora que ella excusa con un íbamos al mismo instituto.
Rainstar esquiva con agilidad a uno de los jugadores, casi empujándolo al suelo y mete la pelota en la canasta. Los vitoreos se escuchan desde las gradas, y aun así su cara de poker no cambia.
—Puedo apostar todo a que hasta su sudor huele bien—. Suspira Daniela y yo hago cara de asco acompañando a mi destello verde.
Cada día que pasa me dan más y más ganas de preguntarle qué es lo que se fuma por las mañanas. Ya, me podría dar un poco de eso.
Espera, tal vez la droga que se fuma es Rainstar. Y si es él no quiero nada de eso.
—Osea, míralo—vuelve a suspirar—, si fuese un Dios le rezaría.
Cruzo las piernas y me concentro en buscar aquello por lo que tanto suspira ella.
El pelo pegado a la frente por el sudor, sus mejillas sonrojadas, sus musculos tensandose bajo esa camiseta negra con cada moviento y la agilidad con la que marca cada canasta.
Me muervo el labio inferior cuando una vena en su cuello resalta mientras le grita algo a uno de los otros jugadores. Y siento una pequeña, muy pequeña pulsación allí en ese lugar cuando arregla la cadena de su cuello.
Entonces, el pantalón corto marca su, marca su...... Sacudo la cabeza apartando ciertos pensamientos de mi mente. «¿Qué mierda?, Dally, no te caigas que el suelo es duro».
—No es para tanto, ¿por qué no le hablas?
Ahora es ella la que me mira preguntándose qué es lo que me fumo y niega con la cabeza.
—Me gusta como amor platónico. Ya sabes—su dedo señala a su cabeza—, aquí me gusta la idea de él.—La punta de su dedo se mueve a su pecho—. Pero de aquí, lo quiero lejos.
Parece que sí tiene sentido común. Hago un gesto de afirmación y sonrío sintiéndome orgullosa al notar que su destello es sincero.
—Ahora vuelvo, Dani.
Las personas de las gradas empiezan a dispersarse y me pongo rápidamente de pie para bajar a trompicones hasta la cancha.
Rainstar se encuentra hablando con un rubio alto pero no tan alto como él. Contengo la respiración e inconscientemente arreglo mi vestido.
«¿Estás intentando impresionar a alguien?» chilla una vocecita en mi cabeza y me gustaría agarrarla e irme a los golpes con ella.
Él parece percatarse de mí presencia y gira el rostro posando sus iris jade en mí. La manera en la que. automáticamente frunce el ceño me hace soltar una risilla de satisfacción.