33. Te extrañaba

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—No lo quiero— digo en voz alta frente al espejo y suspiro de frustración al ver mi tenue destello naranja.

Apoyo ambas manos en el lavabo, cierro los ojos y tomo una profunda inhalación. Hago el mismo ritual que llevo haciendo desde hace media hora.

—No me gusta—. Destello naranja— ¡Joder!— lloriqueo de frustración.

Estoy tan confundida porque sé que no debería de sentirme de esta manera. Debería de odiarlo por ser un gilipollas como lo hacía antes. Debería de sentirme irritada con tan solo saber que estamos en la misma habitación. Debería querer golpearlo por capullo pero en realidad quiero besarlo. Debería de sentirme exasperada cada vez que me llame princesa o pulga y sin embargo, una sonrisa tonta aparece en mi rostro al recordar cuando me llama princesa.

«Solo admitelo» gritan mi pequeño demonio y angel al mismo tiempo.

Me niego a admitir una cosa así. No soy tan débil.

—Lo odio— le digo a mi reflejo y me responde con otro destello naranja.

«Admitel, Dally».

—Me gusta— la tonalidad de mi destello cambia a un tenue rosa y parpadeo varias veces, incrédula.

Tal vez dormir poco ha hecho que las tales células esas no puedan reaccionar o algo así. Tengo que cambiar de estrategia.

—Él es un gilipollas arrogante con complejos de Alaska. Odio cuando..... cuando......— frunzo el ceño sin encontrar lo que estoy buscando —. Detesto que solo responda con monosílabos y que sea tan arrogante.

Consigo ver mi destello verde pero no me siento tan satisfecha como me esperaba y necesito demostrarme a mí misma que no es cierto lo que sospecho.

«Solo quieres engañarte» masculla mi subconsciente y pongo los ojos en blanco.

—Él es frío pero también tiene una parte cálida. Adoro escuchar su risa y verlo sonreír. Me gusta cuando me llama princesa y cuando me abraza. Sus besos son dulces y quisiera besarlo hasta quedarme sin labios. En el fondo me gusta cuando me empuja para abrirme la puerta. Me encanta cuando deja salir a su niño interior y cuando despeina su cabello. Me muero por sus ojos y por la manera en la que me mira— divago sin detenerme y me quedo en silencio mirando el destello rosa que se refleja en el espejo.

«Estoy jodida»

—Creo que estoy enamorada de Rigel Rainstar—. Mi destello rosa no cambia a naranja como me esperaba.

Suspiro rindiéndome a todo lo que estoy sintiendo. A todo lo que llevo ignorando sin darme cuenta. Claro que siempre he sentido una pequeña atracción física hacia hielito. Es lo normal cuando conoces a alguien que te parece guapo pero la manera en la que me siento no tiene nada que ver con la atracción. Esto es algo mucho más profundo que tenía miedo a admitir. Ha pasado más de una semana desde la última vez que hablé con él y todavía me duele recordarlo llorando, devastado. Lo he visto en clase, siempre llega y se va antes que yo. Sé que me está evitando, sé que no quiere verme, ni escuchar de mí, ni saber de mi existencia. Todos los días me aseguro de que su destello no está ahí. La peor parte de todo esto es que no puedo parar de pensar en él. Dicen que para entender tus verdaderos sentimientos hacia alguien necesitas que esa persona se aleje de ti. Es decir, no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes.

Between starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora