18. Cuenta hasta cuatro

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⚠️TW: Trastorno de ansiedad⚠️

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⚠️TW: Trastorno de ansiedad⚠️

Dieciséis son los mensajes que Dally me ha enviado desde ayer, todos son excusas patéticas, disculpas sin sentido y explicaciones que no convencerían ni a un niño de tres años. Ignoro cada uno de ellos, ignoro sus llamadas y todo lo que tenga que ver con ella.

Mi puta cabeza está taladrándose, intentando entender cómo se dio cuenta de que no tengo un destello. Llevo toda la vida calculando mis pasos, acciones, y palabras. Todo eso para que nadie llegue a enterarse de mi situación. Evitaba ir a la piscina pública, a la playa y a todos esos lugares que los niños disfrutan. Nunca pude elegir cómo vestirme, nada de superhéroes, dinosaurios o coches. Negro, sin color, sin vida. Exactamente como yo. Mi infancia, adolescencia y ahora adultez, arruinadas por mi miedo a ser visto, por mi miedo a ser diferente al resto.

A veces recuerdo ver a mamá llorando mientras me abrazaba, intentando hacerme sentir mejor cuando le preguntaba qué estaba mal conmigo. Ella me protegía del mundo, sabiendo que era un lugar cruel y sin filtros. Sabiendo que no era un lugar en el que yo tenía un espacio. Sacudo la cabeza, tratando de concentrarme en la carretera delante de mí y no en lo que podría ocurrir si la princesa abre su jodida boca.

Recuerdo a la perfección toda la noche y en ningún momento llegué a quitarme la camiseta frente a ella. Sospecho que mientras dormía con la guardia baja, ella decidió que sería buen momento para ponerse a husmear. Ninguna chica antes había pasado por alto mis límites como lo ha hecho Dally. Eso me horroriza y fascina al mismo tiempo.

Aprieto el volante con rabia, enfadado porque debería de haber tenido más cuidado. Únicamente dos personas sabían que no tengo un destello. Mi madre y mi hermano, ahora esas dos personas se han convertido en tres y si las cosas se salen de mis manos, de tres podrían pasar a ser millones. Y si la situación no pudiese ser más jodida, la niña intrusa cogió mis llaves y escondió toda mi ropa debajo de la cama.

«¿Qué mierda hago ahora?»

Nunca había pensado en qué hacer si alguien más descubría esto, simplemente no había pasado por mi cabeza. Aparco frente a la puerta del garaje de casa y dejo caer mi frente contra el volante. No puedo contarle esto a mamá, no la quiero disgustar o hacerla infeliz. Pero tampoco puedo quedarme callado. Necesito sacarlo de mi cabeza.

La presión en mi pecho aumenta, el miedo y los pensamientos que tanto he trabajado en reprimir regresan, aplastandome. Levanto la cara, miro mis manos, cuento mi dedos y pestañeo pero todo está borroso.

—Todo está bien, estoy en casa, todo estará bien— repito con la respiración entrecortada.

Tengo miedo, ya he estado aquí antes, lo conozco, sé cómo se siente y no quiero volver. Mis manos empiezan a sudar, mi cuerpo tiembla contra el asiento. No puedo respirar, tengo mucho miedo. Estoy completamente acojonado.

Estás jodido.

Mírate, ni siquiera te puedes considerar humano.

¿Qué eres?

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