4. Amor imposible

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De repente un estridente sonido provoca que de un respingo

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De repente un estridente sonido provoca que de un respingo. Celeste ha tirado el taburete junto a su bolso y el servilletero, al saltar para abalanzarse sobre mí. Ambas compartimos miradas de terror absoluto y yo apoyo el codo en la mesa, colocando la mano en mi rostro como barrera entre la señora Parker y mi culpabilidad. No hay un día en el que vengamos y nos vayamos sin provocar ningún desastre, por lo menos esta vez no fue el certificado firmado por el fundador de la ciudad, ni el cuadro pintado por su abuelo fallecido que recibió un baño de malteada.

El sonido de unos tacones golpeando contra las baldosas del suelo se acerca hasta detenerse junto a nosotras. Puedo escuchar el bufido que suelta y trago saliva, encogiéndome en mi asiento.

—Buenas tardes, Dally y Celeste—dice con su molesta voz chillona y aparto la mano para encontrarme con su furiosa mirada de ojos oscuros y sus brazos cruzados mientras su pie da repetidos golpes en el suelo.

—Buenas tardes, señora Parker—. Trato de conseguir que mi sonrisa salga natural pero estoy segura de que es una ridícula mueca.

—Buenas tardes, prometo que lo recogeré ahora mismo.

—¡Todos los viernes es lo mismo!—chilla moviendo las manos para darle énfasis a sus palabras—. Al final terminaréis quemándome el local y yo soy la mala por dejar que volváis a entrar ¿tengo que envolver todo en papel de burbujas?—Las arrugas de su rostro se hacen más notable cuando frunce los labios reprobatoriamente y recoge la falda de su mítico vestido floreado para agacharse junto a mi amiga.

—Esta vez ha sido mi culpa, lo siento mucho—habla Celeste mientras de rodillas recoge las servilletas que cubren la mayor parte del suelo y las mete en el servilletero.

Parker murmura entre dientes cosas inteligibles y le arrebata las servilletas para continuar ella con la labor.

—Prometemos que no volverá a ocurrir—intervengo.

—Cuántas veces habré escuchado eso.

Desde este ángulo puedo observar las calvas que van apareciendo en su grisáceo cabello y me muerdo el labio inferior para no reírme. No me puedo imaginar lo estresada que debe estar por eso. Todos la queremos, es muy dulce cuando se lo propone pero cuando se enfada da miedo y cuando digo miedo es que puede hacer que te mees en los pantalones. Bueno eso es un poco exagerado. Solo grita tan alto que tus oídos desean perforar sus tímpanos por cuenta propia antes de que su voz los destruya.

Aprovecho que Celeste está distraída en una extraña discusión con la señora Parker y marco el número de mi hermano llevándome el teléfono al oído. Tras tres pitidos Dereck me responde con voz entrecortada:—Hola, pandita.

—Hola ¿qué estás haciendo?

Se escucha un zumbido y luego un pitido que lo detiene.—Estaba corriendo en la cinta.

—¿Podrías venir a la cafetería a buscarme?

—Pero si estás a cinco minutos caminando de casa.

¡Mierda! No me acordaba de eso.

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