Between stars

34. Lluvia de estrellas

El dolor hace que tu destello se quede estancado en un profundo azul del que no sale hasta que logras superar aquello que lo provocó en un principio. Esto ocurre si la emoción o sentimiento dominante está relacionado con experiencias traumáticas, la muerte de un ser querido o una ruptura. Hay personas que llegan a pasar meses e incluso años con ese destello que solo cambia por unos segundos cuando una emoción repentina los distrae del dolor. Creo que todavía no he llegado a esa versión tan extrema de lo que estoy sintiendo.

Sin embargo, llevo una semana entera en la que el ochenta por ciento de los días mi destello es azul y el otro veinte por ciento rosa o amarillo. Ese mismo tiempo es el que Rigel lleva mostrando cada una de las tonalidades de su destello. Y es también el mismo tiempo llevo sin dormir ni comer bien. Cada vez que intento comer recuerdo que tal vez mañana él ya no será capaz de comer. Cada vez que intento dormir sueño con un lugar del que no puedo salir, en el que Rigel muere una y otra vez frente a mis ojos. Simplemente la angustia y la culpabilidad se han apoderado por completo de mi mente, junto a los quizás y mis lamentos.

No importa cuantas veces haya llorado en sus brazos mientras él me decía que nada de esto es mi culpa. No importa cuantas veces lo repita porque yo sé que soy la responsable. Básicamente estoy matando al hombre al que quiero. Duele, duele tanto darme cuenta de que le quitado la oportunidad de cumplir sus sueños y llegar a todo lo que él se había propuesto. Todos queremos saber cómo y cuándo moriremos para poder evitarlo. Rainstar sabe que morirá en menos de tres mese pero no será capaz de evitarlo.

—¿Sabes cuál es mi superpoder?— inquiere Rigel acariciando mi mejilla mientras sus ojos se mantienen fijos en el oscuro cielo estrellado.

—¿Cuál?

—Hacerte reír cuando estás triste— contesta y frunzo el ceño, poniendo los ojos en blanco porque tiene toda la razón.

—No es cierto—. Aprieto mis labios en un vano intento de que no se me escape  pero en cuanto él me mira no puedo evitar la sonrisa que se extiende en mi rostro.

Su destello se torna amarillo y me regala una media sonrisa arrogante antes de besarme en la nariz, en la frente, luego en mis mejillas y finalmete en mis labios.

Hace unos meses había marcado este día en mi calendario porque estaba prevista una lluvia de estrellas. Nunca me hubiera imaginado que la vería junto al señor Glaciar. Él es el que insistió en subir hasta el cerro para alejarnos de la contaminación lumínica y así poder apreciar mejor el evento celestial. Muy a lo lejos se ven las luces y edificios emblemáticos de la ciudad.

—¿Quieres saber mi otro superpoder?— dice mientras me acuesto sobre sus piernas.

—¿Ser el hábitat de un pingüino?— contesto burlonamente y me carcajeo.

Rigel chasquea la lengua  y me da un pequeño golpe en la frente—. No

—¿Cuál es ese superpoder del que hablas?

—Mi superpoder es quererte, princesa.

Me quedo en silencio procesando lo que acaba de decirme y una sensación de calidez se extiende en mi pecho cuando mi destello toma una intensa tonalidad rosada.

—Te quiero, pingüino.

Rainstar se ríe melódicamente y su destello imita al mío antes que nuestros labios se unan en un beso que nunca olvidaré.

Te quiero y por eso le pido a las estrellas que no te vayas, que te quedes conmigo para siempre, pero no puedo ser tan egoísta. Entonces, le pido a cada estrella fugaz que regrese el tiempo atrás para que el momento en el que me conociste nunca suceda. Para que el momento en el que hicimos ese trato desaparezca. Y deseo ante cada una de las estrellas de Orión que tu destello nunca hubiera brillado por mí.

Autora: Hola,

Estoy llorando, así estoy desde que empecé a escribir los 3 últimos capítulos. Ahora que has llegado al final recuerda dejar tus votos en todos los capítulos para ayudar a la autora. 🫶🏼