31. No le temas a la nieve

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2005

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2005

Me gusta ir de excursión y también me gusta cuando papá me lleva en coche. Pero no me gusta salir de noche, la oscuridad hace que mi destello se ponga morado.Creo que ese es el nombre de este color y máma dice que es por el miedo. Abrazo a mi osito con mucha fuerza. Gli está sonriendo y si ella sonríe yo sonrío porque es mi hermana mayor. Yo tengo cuatro años y tres cuartos, ella tiene seis años y medio.

—Haremos muchos muñecos de nieve y jugaremos con el trineo— Papá suena raro y huele a eso que mamá siempre tira por el fregadero.

¡Puagh, que asco!

Papa es el primero que se baja del coche y mi hermana me ayuda a quitarme el cinturón. Cuando bajamos del coche estornudo, hace mucho frío y solo tengo mi pijama. Gli está tiritando, ella tampoco tiene un abrigo. Papá nos da la mano y empezamos a caminar para ir a jugar a la nieve. Estoy muy emocionado, me gusta mucho la nieve porque papa noel viene cuando está nevando. Pero no me gusta que la nieve sea tan fría, está mojando mis pantalones porque es muy alta.

—Zorra de mierda, querías joderme la vida y mira lo que estoy haciendo. Por tu puta culpa

No me gusta cuando papá dice palabras malas y su destello se pone rojo porque si eso pasa mamá llora. No quiero que mamá llore.

Saco la cabeza hacia delante para buscar a Gli, ella está feliz por jugar en la nieve y me enseña a su conejito, yo le enseño a mi osito.

—Papi tengo frío— digo temblando. Me duele la nariz, está congelada.

—Yo también papá.

Pero papá no nos escucha, él sigue caminando y nosotros vamos lento porque nuestras piernas son más pequeñas. La luna nos está persiguiendo, lo sé porque cuando miro al cielo se mueve conmigo. Abrazo a mi osito, está muy oscuro y la linterna de papá no da tanta luz. Caminamos por mucho tiempo, mis calcetines están mojados, me duelen los dedos y los labios. Paramos frente a un árbol muy muy alto.

—Tengo que subir al árbol para buscar los trineos, papá Noel los ha dejado en una rama.

—Papa Noel entra por la chimenea no por el árbol— niego con la cabeza.

—Rigel, papa Noel ha dejado los trineos en el árbol— dice papá y me quedo callado porque papá sabe más que yo.

Gli viene a mi lado y su mano fría coge la mía. Estamos temblando y la nieve no para de caer.

—Si os movéis de aquí estaréis castigados por un mes— papá nos regaña y nos sienta sobre la nieve.

No. No quiero estar castigado. No me gusta cuando papá me castiga porque no puedo jugar con mis trenes ni ver la tele A Gli no le gusta estar castigada porque no puede jugar con sus muñecas. Sus muñecas son muy feas. Papá pone una cuerda en el árbol y empieza a trepar como los monos de la tele. Gli me abraza, una de mis cosas favoritas es cuando Gli me abraza. Paso mucho tiempo y papá todavía no ha traído los trineos

—Tengo mucho frío, Gli— lloro porque me duelen los labios, los dedos y la nariz. Lloro porque está muy oscuro y papá no viene a jugar.

Mi hermanita me pone la camiseta de su pijama pero ella se queda sin nada.

—¿No tienes frío?

—No Rigel, mira, señor conejo es muy calentito— dice abrazando al conejito y sonríe.

Otra de mis cosas favoritas es cuando Gil dice mi nombre. Chillo cuando papá empieza a moverse raro en el aire. Sus pies dan patadas y hace sonidos muy raros. Gil llora muy alto y la abrazo. Papá no responde cuando lo llamamos pero nos quedamos sentados porque no queremos que nos castigue. Hay mucha mucha nieve. No puedo mover los dedos y mis dientes suenan, estoy tiritando.

—Hermanita, no puedo encontrar a mi osito—. Mis ojos duelen cuando lloro pero no puedo parar de llorar.

—Toma al señor conejo—. El llanto de mi hermanita hace que yo llore más así que le devuelvo su conejito.

Quiero que mamá venga a buscarnos pero papá dijo que ella no vendría porque mi nuevo hermanito está en su barriga y va a nacer pronto. Abrazo a Gil con mucha fuerza, me gusta el olor a fresa que tiene su pelo. Nuestra ropa está mojada, me duele mucho cuando respiro. Gil se duerme sobre mi hombro y yo también tengo sueño pero no puedo dormirme. Tengo que esperar a que papá baje del árbol. Mis ojos me duelen.

Tengo frío.

Destello morado.

Hace mucho frío.

Quiero a mi mamá.

Mis ojos se cierran y me duermo.

Presente

Camino dando vueltas por todo el salón, confundido. Tiro de los mechones de mi cabello y la vuelvo a mirar pero ella ni siquiera puede hacer contacto visual conmigo. Juraría que puedo sentir los latidos de mi corazón en mi cabeza que está a punto de estallar.

—Me hiciste pensar todo este tiempo que Gil murió por mi culpa— digo atropelladamente con los ojos cristalizados.

No entiendo cómo pude haber ignorado por tanto tiempo lo que estaba justo frente a mis narices. Las pesadillas, mis ataques de pánico y mi fobia a la nieve. Incluso decidí apuntarme a una carrera que no me interesa solo para intentar entenderme a mí mismo.

—Rigel....

—¿Por qué?— la interrumpo y me froto el rostro bruscamente.

— Porque fue tan doloroso que reprimiste todos esos recuerdos y si te lo contaba podría haber sido mucho peor— explica en un hilo de voz mientras las lágrimas ruedan por sus mejillas.

«Odio verla llorar»

—¿Y por qué me ocultaste lo de mi destello?— bramo tragándome el sollozo que amenaza por salir de lo más profundo de mi roto ser.

Mi madre se queda callada. Lo único que se escucha es su llanto y mi respiración entrecortada. Por mi mente pasan todos esos momentos en los que me encerré en mí mismo por tener miedo a que los demás llegasen a descubrir que era diferente. Y la realidad me golpea como un trailer sin frenos, no tener el destello es lo que me ha mantenido con vida todo este tiempo y sin embargo, es lo que más he deseado desde que puedo recordar. Aun sabiendo la verdad, algo en mi sigue deseando que mi destello regrese. Es irónico que pueda llegar a perder la vida por el simple hecho de sentir como cualquier otra persona. No le tengo miedo a la muerte.

Between starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora