Las insistentes notificaciones de mi móvil me levantan a las tres de la mañana. Todos son mensajes de Rigel y frunzo el ceño extrañada, Nunca me había enviado mensajes tanto tarde.
De: Pirulo
Abre, estoy en la puerta.
Salto fuera de mi cama, no me arreglo el pelo, ni me cepillo los dientes ni nada que tenga que ver con transformarme en una Dally más presentable. Estoy temiendo lo peor y mi destello se torna azul como si pudiese presentir lo que está a punto de pasar. Abro la puerta de mi habitación y ahogo un grito al verlo ahí, de pie en la oscuridad del pasillo y me pregunto cómo ha logrado entrar hasta aquí
—¿Rigel?— me aseguro de que es él.
—Dally, ayúdame— dice con la voz entrecortada y cuando entre en mi habitación tengo que tragar saliva al ver su estado.
Su piel bronceada está completamente pálida y hay un rastro sobre sus mejillas que solo las lagrimas son capaces de dejar. Sus labios están rojos y algunas gotas de sangre seca se adhieren a estos . Pongo las manos sobre sus hombros y lo examino con más detalle, se ve demacrado como si hubiera envejecido diez años en una sola noche.
—Ayudame— vuelve a susurrar y termina rompiéndose entre mi brazos.
Las lágrimas empiezan a mojar mi cuello y sus sollozos provocan que su cuerpo se estremezca contra el mío. Acaricio su espalda tratando de reconfortarlo y aunque las miles de preguntas que rondan por mi cabeza amenazan por escapar, no digo ni una sola palabra.
Su llanto es tan desgarrador que mis ojos se cristalizan y debo repetirme que soy yo la que está intentando dar apoyo a él. Me muevo sin dejar de abrazarlo hasta que ambos caemos sobre la cama y Rigel se aferra a mi como si yo estuviera a punto de escapar. Dejo que llore hasta que sus sollozos apenas son audibles y sus lágrimas se han desgastado.
—Es mejor que terminemos con el trato— me aclaro la garganta— no podemos arriesgarnos a que tu destello brille— añado acariciando su espalda y él levanta la cabeza para escudriñarme mientras frunce el ceño.
—Tú.... ¿tú lo sabes?— lo dice de manera tan despectiva que mi corazón se salta un latido..
«Él no lo sabía, por eso está así Dally. La has vuelto a cagar a lo grande».
Y como es habitual me arrepiento de haber hablado sin pensar bien mi palabras.
Rigel se aleja de mí en un ágil movimiento y no puedo evitar ponerme de pie frente a él.
—Sí.
Él cierra los ojos, su lengua empuja su mejilla y enarca las cejas. Trago el nudo que se está formando en mi garganta e intento concentrarme en regular mi respiración El azul de mi destello se intensifica. Cuando sus ojos verdes se abren, conectando con los míos lo único que muestran es un profundo vacío, no hay tristeza, ni enfado, ni rechazo, solamente vacío.
—Ya lo entiendo— murmura entre dientes
—¿Qué?—hablo dando unos pasos hacia atrás al mismo tiempo que hielito acorta la distancia que hay entre nosotros.
El ritmo de mi corazón llega al pico máximo y me pregunto si este será mi final. Preferiría verlo enfadado, triste o furioso. Preferiría cualquier otra cosa que no sea la gélida expresión de su rostro donde no puedo ver absolutamente nada. Una expresión que provoca que tiemble como un conejito asustado. Mi espalda choca contra la pared y jadeo cuando pone ambas manos a cada lado de mi cabeza, encarcelandome entre sus brazos. En cualquier otro momento esto me hubiera resultado una de las cosas más calientes del mundo pero ahora mismo me limito a intentar ignorar mis ganas de mirar a sus labios.
«Este no es el momento, Dally»
—¿Soy parte de tu maldito experimento de psicología? — brama y la vena de su cuello parece estar a punto de explotar.
Tomo una gran bocanada de aire para poder hablar. —¿De qué estás hablando?— mi temblorosa voz me traiciona.
Rainstar deja caer sus brazos, da unos pasos, alejándose de mí y entierra los dedos entre los mechones oscuros de su cabello. Mi cerebro intenta comprender cómo todo esto ha pasado de cero a trescientos en cuestión de unos pocos minutos.
—¿Es eso? — sus ojos rojos vuelven a cristalizarse — ¿Me ves como un jodido paciente ?— inquiere en un hilo de voz.
Entonces, el tiempo se detiene y sus palabras se repiten una y otra vez, son parte de un disco rayado que nadie se atreve a cambiar. Solo consigo negar con la cabeza, mis palabras se han quedado estancadas en el nudo de mi garganta.
—No, no es lo que piensan— susurro y puede que no me haya escuchado o que haya decidido ignorarme.
—Eres más patética de lo que pensaba— sus crueles palabras provocan que las lágrimas nublen mi visión.
Él toma el pomo de la puerta y está a punto de irse pero no quiero que se vaya.
—Rigel— se detiene al escuchar su nombre, mira hacia atrás y nuestros ojos conectan pero no hay nada en los suyos que me muestre al chico que he conocido durante estas semanas.
Quiero que se quede a abrazarme hasta que el dolor que estamos sintiendo los dos sea una simple sensación de adormecimiento. Sin embargo, eso sería tan egoísta de mi parte. Tal vez que se vaya y nunca más volvamos a vernos sea lo correcto. Al fin y al cabo casi consigo matarlo sin ni siquiera darme cuenta.
Rainstar se va, la puerta se cierra detrás de él y lo único que permanece en la habitación es la soledad. No puedo detener las silenciosas lágrimas que ruedan por mis mejillas, ni la manera en la que mi corazón duele y mucho menos a mi destello azul.
En realidad, sí soy egoísta y eso no me hace una mala persona, me hace más humana.
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Between stars
RomanceTienes un secreto que podría arruinarte la vida. Empiezas a calcular tus pasos, acciones, palabras y la gente que se acerca a ti. Algo se te sale de las manos, terminas conociendo a la versión andante de una radio sin botón de apagar. La odias, la d...