Salí al pequeño jardín de la casa para tomar un poco de aire y aclarar mi mente. Por lo menos ese era mi plan hasta que finalmente encontré a Rainstar. Apoyado en la pared con una de sus zapatillas manchando la pintura blanca y un cigarrillo entre sus labios.
Entonces, una nube de humo sale de él y noto como cierra los ojos, relajándose. Intento dejar de mirarlo, de ver como la luz se refleja favoreciendo sus facciones pero mi mente se encuentra completamente desconectada de mis órdenes.
«Dally, Dally, Dally. Neuronas llamando a Dally».
Restriego mis ojos con suavidad y el quejido del chico al que piso llama mi atención. Él se remueve con el ceño fruncido y su destello rojo es más visible. Qué estará soñando. Me parece bizarro que seamos tan vulnerables al dormir y más cuando todo el mundo puede asumir lo que estamos sintiendo. La maravilla o mejor dicho maldición de ser humano.
Me acerco entre tambaleos, intentando no pisar a nadie más. Cuando paro cerca del castaño el intenso olor a cigarrillo mezclando con alcohol casi me asfixia, y arrugo la nariz. Me gustaba más cuando olía a ese perfume parecido al invierno y otoño, al mismo tiempo. Rainstar gira el rostro en mi dirección y olvido lo que estaba a punto de decirle, quedo allí como una tonta, otra vez mirándolo.
Que se pare el tiempo, la gravedad y todo lo que esté pasando ahora mismo en el mundo. Es imposible que el capullo del año pueda verse tierno ¿cierto? Sus mejillas están rojas al igual que sus ojos que me observan atentamente. Una vez leí en un libro que las esmeraldas se forman dentro de cuevas, durante la noche la luz de la luna entra y se refleja sobre ellas. Empiezo a creer que sus iris son dos de esas piedras preciosas.
Nah, se me está yendo la olla. Hay una epidemia de delirios y he sido contagiada por uno de estos dos.
—¿Qué estás haciendo aquí?— Su voz es profunda y entrecortada, pero sigue siendo gélida.
Mojo mis labios resecos para poder hablar—No quiero irme sola, son casi las dos de la mañana.
—Busca a tu amiga.
«Eres un genio, Rainstar. No se me había ocurrido antes. Qué haría yo sin ti».
—Se ha ido—contesto sintiendo el efecto de mi destello verde que se filtra por la tela de mi vestido.
Pirulo apaga el cigarrillo, pisándolo contra la hierba y me pregunto si quiere prenderle fuego a todo el sitio. Estamos rodeados de árboles desnudos, las hojas secas del otoño, el alcohol derramado que impregna el césped y las decenas de vasos plásticos en el suelo. La fórmula perfecta para morir entre las llamas. Necesito tragarme el discurso que pelea por salir de mi garganta, no tengo energía para ponerme a discutir con el cabezota este.
—¿Y?
—Podríamos irnos juntos.
—¿Qué te hace pensar que me iría contigo?
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Between stars
RomantikTienes un secreto que podría arruinarte la vida. Empiezas a calcular tus pasos, acciones, palabras y la gente que se acerca a ti. Algo se te sale de las manos, terminas conociendo a la versión andante de una radio sin botón de apagar. La odias, la d...