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En mi mente, al cerrar los ojos, los destellos de los disparos resonaban atronadores, e incluso podía sentir el agua del mar entre mis dedos. El frío calaba hasta lo profundo de mis huesos, casi tan doloroso como recibir un disparo.
—Sam. —Alastor se encontraba de vuelta.
Abrí los ojos, retiré la mano del agua que goteaba del techo y giré en su dirección justo cuando un nuevo relámpago estalló en el cielo. Intenté no encogerme ante el estruendo, pero fue casi imposible.
La similitud entre el sonido de un disparo y el de un trueno era algo que la gente no podía comprender hasta que lo experimentaba. Habría preferido no encontrar su similitud. Pero desde las ráfagas de disparos que resonaban en la oscuridad del buque, y que habían ocurrido durante la lluvia, cada trueno traía consigo un eco doloroso de aquellos momentos.
Respiré profundo, apretando los dientes y forzando una sonrisa para mostrarle a Alastor que estaba bien. Su mirada reflejaba preocupación. Pero también un entendimiento silencioso. Era posible que supiera lo que me acechaba, sin embargo, él estaba ahí para sostenerme, incluso cuando los ecos de las explosiones y el estruendo de la tormenta amenazaran con desmoronarme. Él sabía en dónde encontrarme.
Noté que había comprado algunas cosas para el viaje, por la bolsa de papel que llevaba consigo. Me aseguró que Oliver se encargaría de todo, y tal vez por eso, apenas como llegamos a este lugar, el hombre desapareció para ocuparse de esos asuntos.
También era cierto que en medio del bullicio del aeropuerto, rodeados de personas que iban y venían arrastrando maletas, no me sentí segura hasta que Alastor regresó a mi lado.
—¿Quiénes son? —pregunté, ya que uno de los mellizos, la mujer, se quedó cerca de mí, mientras que el otro acompañó a Alastor, pero a una distancia prudente, como si lo estuviera vigilando junto con todo lo que sucedía a su alrededor.
—Agentes de las sombras, así los llaman. Xiao y Méi trabajan en colaboración con el gobierno japonés, aunque nacieron en China, una información que solo unos pocos conocen. Se consideran a la altura de la Force One, especializados en misiones de contraterrorismo y operaciones encubiertas. Sin embargo, hay una excepción importante: no eliminan a sus objetivos, solo los incapacitan.
—Impresionante.
A mis ojos, parecían dos muchachos un poco enclenques, y que pasarían desapercibidos con facilidad. Pero era así como funcionaba. No podía concebir la idea de verlos disparando armas o llevando a cabo operaciones encubiertas. Tal vez, era una forma de camuflarse.
—Entremos. Oliver consiguió hacerse cargo.
Caminamos a la cabeza, pues al volver la mirada, vi a los demás, bastante juntos y en silencio.
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Servicio de hotel
RomanceSAMANTHA Decide emigrar de Latinoamérica a los Estados Unidos con la visa a punto de caducar y la necesidad de recurrir a documentos falsos para sobrevivir. Su destino la conduce a un sótano en condiciones desastrosas, ofreciéndole una bienvenida q...