Capítulo 83

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Puesto que me había mandado a llamar con urgencia a través de Méi, irrumpí en el baño de la habitación con el corazón golpeándome el pecho.

Deslicé la mirada entre el conjunto de herramientas de corte quirúrgico que sostenía Xiao, y las toallas manchadas de sangre esparcidas por la encimera que componía el lavamanos, junto a un viejo teléfono conectado a un enchufe.

Alastor, acomodándose la camisa, parecía tranquilo, como si la escena frente a él no fuera más que un detalle insignificante.

En ese momento, comprendí por qué me llamó a un lugar que no era su suite, y me pregunté qué cara habría puesto Samantha si lo viera así.

—¿Qué diablos haces? —increpé, mi voz resonando con una mezcla de pánico y confusión.

Xiao, arrodillado en la encimera, envolvía el par de objetos de metal reutilizable en una toalla manchada de sangre.

Alastor, a través del reflejo del espejo, levantó la mirada hacia mí, y sus ojos chispearon con una mezcla de fijación minuciosa y... Quizá ahí estaba de nuevo, esa parte tan suya de la que nunca podría deshacerse, y que mantenía a raya con gran esfuerzo. La misma por la que los niños en el orfanato tuvieron pesadillas durante los meses después que se marchó.

Esa noche, algo de lo que Alastor no pudo percatarse, pero que a los demás niños los llenó de terror, fue que mientras el cachorro aullaba de dolor y luchaba por su vida, él sonreía.

Porque cuando realizaba estas acciones tan inusuales, una parte arraigada en su ser parecía regocijarse. Era como si esos momentos oscuros y siniestros despertaran un lado de él que se encontraba en las sombras, ansioso por emerger y revelar su verdadera naturaleza.

Su expresión en este instante se asemejaba a una hoja en blanco, sin pistas de sus pensamientos. Entonces, no podía estar segura de que se tratara de lo mismo.

En el silencio de la habitación, el tintineo metálico del escalpelo que tomó de la encimera, se fusionó con la tensión, creando una atmósfera cargada de secretos y recuerdos oscuros.

Sus manos, marcadas por la experiencia, revelaron una habilidad que iba más allá de lo ordinario cuando se lo entregó a Xiao. Puede que me arrepintiera un poco de haberle enseñado todo lo que sabía acerca de defensa personal. Él lo llevó al límite durante los años en que estuvimos separados. Amplió su aprendizaje y perfeccionó varios aspectos. Ya lo había observado en el laboratorio. Además, noté que hasta el final evitó quitarles la vida a esos hombres con su arma, al menos en la medida de lo posible.

La sombra de su pasado, tan ineludible como palpable, se proyectaba sobre el presente, dejándome entrever facetas de Alastor que nadie podría siquiera imaginar. La pregunta que flotaba en el aire era si alguna vez lograría desprenderse de esa oscura conexión con su historia, ya que solo aprendió a convivir con ello, suprimiéndolo de alguna manera.

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